Blogia
Filosofía desde la trinchera

 

El hombre siempre ha sido un ser utópico. Una de las preguntas fundamentales que nos hacemos es qué podemos esperar. La respuesta a esta pregunta ha venido dads fundamentalmente desde la religión. Pero una vez que los discursos religiosos se van secularizando las utopías pasan al ámbito de la política y la historia. El problema del pensamiento utópico es que descansa en una falsa concepción de la historia según la cual el devenir histórico está determinado por diversas causas. Si esto es así la realización de la utopía es algo que tiene que venir dado inevitablemente. Mientras que la religión nos prometía la salvación eterna las utopías nos prometen la emancipación de la humanidad y la felicidad y justicia. Pero el pensamiento utópico tiene la trampa del totalitarismo. Al estar basado en una concepción determinista de la historia y de la realización de un nuevo hombre es capaz de esclavizarlo. Las utopías deben funcionar sólo como ideas regulativas de la acción política en el sentido kantiano. La utopía es inalcanzable. En primer lugar porque el devenir histórico no está totalmente determinado, sino que es abierto y depende de la acción humana, en segundo lugar porque la perfección es contradictoria con la existencia. La perfección está ligada a la eternidad y nosotros somos existencia, temporalidad, contingencia. La utopía es la idea regulativa de la acción política que debe tener como contenido la ilustración de la humanidad; esto es, la consecución de hombres libres en estados democráticos asociados cosmopolíticamente que aseguren la paz y el desarrollo individual y singular de las personas. Estamos hablando de una democracia cosmopolita, que no viole la esencia de la democracia, la existencia de ciudadanos libres. De esta forma el progreso de la humanidad hacia mejor, moral y políticamente hablando, consiste en la consecución de este fin que es, de por sí, inalcanzable, es un ideal.

 

            Por otra parte el pensamiento utópico se apoya en el mito del progreso heredado del cristianismo que elabora una teoría de la historia con un principio y un final. Esta historia es la de la salvación del hombre. El pensamiento utópico ha secularizado esta idea y la ha transformado en la idea de progreso, de ahí que esta idea no sea tal, sino un mito, una creencia. El progreso no es inevitable. En la historia se producen tremendos retrocesos morales y políticos. La excelencia moral y política son fruto del esfuerzo humano dirigiéndose hacia esa utopía de la dignidad de la que hemos hablado. Y, como tal, este progreso son conquistas de la humanidad, pero que, en cualquier momento pueden desaparecer. Es más yo sospecho que hoy en día nos deslizamos hacia un autoritarismo débil: pensamiento único, globalización neoliberal, que está tirando por la borda gran parte de las conquistas ético-políticas de la humanidad.

0 comentarios