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Filosofía desde la trinchera

                        11 de noviembre de 2009

 

            Caín, la última novela de Saramago. Estupenda, una sátira del antiguo testamento y, por extensión, de la religión. El comienzo es ejemplar, tras una cita de la creación del hombre suscribe en lugar de La Biblia, el libro de éos disparates. Y este es el tono irónico, pero con un alto calado ético y con una intención clara, de toda la obra. Ni que decir tiene lo magistral de su literatura. Otra cosa que se me ocurre es el hecho de que algunas personas tienen una tremenda longevidad intelectual, este es el caso de Saramago. Sus mejores obras comienzan hace treinta años. Todas ellas son metáforas y alegorías, en su conjunto, que tienen una clara intención ética y política. Una unión perfecta entre ética y estética. Esto es de verdad literatura y éste uno de los mayores escritores del siglo XX, que no se queda en el mero esteticismo, siendo un virtuoso del mismo, sino que sus palabras están cargadas de ironía y crítica social. Sus novelas son una forma literaria de análisis de la realidad humana y social, no exenta de compromiso. El intelectual, como ya hemos dicho aquí, debe clarificar, pero no debe olvidar que esa clarificación, siempre limitada, le debe comprometer éticamente, es la limitadísima forma de acción que tenemos, no podemos renunciar a ella.

 

            La crítica al antiguo testamento, fundamento de lo que se ha llamado nuestra identidad europea es devastadora. Podemos leer el libro del antiguo testamento como una muestra de la literatura del mejor absurdo, a éste es al ridículo que lo lleva Saramago en su novela. Pero es que la cosa tiene consecuencias morales. Por eso el libro es un libro de disparates y, además, la creencia literal, como ha sido hasta hace muy poco en el mismo, no es más que un delirio. La religión no sólo es neurosis colectiva, que decía Freíd, sino, delirio colectivo: locura. Pero como digo, las consecuencias éticas son impresionantes. El libro que pasa por ser el fundamento de nuestra tradición religiosa occidental, no es más que un libro en el que se ensalza la ira, la venganza, la muerte indiscriminada, el castigo arbitrario, el exterminio, etnocidio y genocidio, incluso el exterminio de la humanidad entera por parte de su creador. Pero es que el sujeto de todo esto es precisamente el creador. Cómo vamos a apoyar una ética en un creador, señor de todas las cosas, que ha hecho al hombre a su imagen y semejanza, que es el ejemplo de la arbitrariedad, de la tiranía, de la exclusión de las razas, del genocidio, et, etc. Es una auténtica barbaridad. Este libro no es mas que el libro de un pueblo errante, y su dios no es más que un dios particular que justifica, para domesticar al pueblo, las acciones políticas de los judíos contra otros pueblos. Un dios guerrero, sádico, incomprensible, un ser abyecto, degradado. Lo único que quizás sea verdadero es lo de aquello de que estamos hechos a su imagen y semejanza. Se me ocurre leer el antiguo testamente como una metáfora. En realidad, en tanto que somos hechos a imagen y semejanza de dios, somos seres inmorales, degradados, capaces de lo peor, en lucha por nuestra existencia, para lo cual exterminamos por las artes de la guerra, y sin escrúpulos, al más débil. En realidad, es una imagen del hombre. Por eso el antiguo testamento no es un espejo de moralidad, es un espejo de la naturaleza humana en su sentido biológico. En realidad el antiguo testamento es una religión arcaica, guerrera, que justifica los mayores crímenes de la humanidad en nombre de un dios señor de todas las cosas, pero este dios es un dios particular, hecho a la medida de las circunstancias. En realidad, una auténtica barbaridad. La humanidad tendrá que esperar el surgimiento de nuevos mensaje éticas, basados en religiones o no, para canalizar su propia naturaleza tribal hacia una sociedad más justa e igualitaria, todavía estamos en ese camino. Lo lamentable es pensar que este libro es el fundamente de nuestra cultura, craso error. Pero al entenderlo así podemos entender las cruzadas y las guerras santas, y el exterminio de los indios de América. La historia del cristianismo como institución de poder está ligada al mensaje ético del antiguo testamento. La conquista –grosso modo- de los derechos humanos está ligada al mensaje ético de los evangelios –libros no históricos, hay que decir- que hunde sus raíces también en la tradición budista y taoísta.

 

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