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Filosofía desde la trinchera

 

 

                        30 de abril de 2010

 

            En la última reunión de la CCP me he quedado de piedra. En primer lugar, tengo que decir una cosa. En los institutos ya sólo se discute lo trivial. La democracia sirve para decidir calendarios de exámenes y poco más. Un barniz de democracia. Las cuestiones importantes vienen por decretazo de las consejerías y ministerio. Los profesores poco podemos hacer. Además en su inmensa mayoría están absolutamente adoctrinados. No tienen posibilidad de pensar. Se les ha extirpado. El otro día, sin ir más lejos, un miembro del equipo directivo disertó sobre la evaluación de las competencias básica a la que tenemos que ser sometidos. Lo gordo vino al final cuando concluyó, literalmente, que esto es el futuro y que como es el futuro, como tal, hay que aceptarlo. Ahí es nada. Determinismo histórico, por un lado, y obediencia y sumisión al poder, por otro. Pero quizás lo más gordo fue el silencio de los jefes de departamento. Se asume lo dicho como una realidad inevitable. Es decir, que después de carnudo, apaleado. Yo no pude más que esbozar una sonrisa. Hace tiempo que desistí del diálogo racional con la inmensa mayoría de mis compañeros. Aquí solo queda la administración, la burocracia, el turismo barato (hay que ir a muchos sitios, estar siempre moviéndose para nunca estar consigo mismo) comentario de la nueva película, que no se la puede uno perder porque entonces tendrá un tremendo vacío, el encanto y el castigo de los niños, la nueva receta de cocina; en fin, toda una tarea didáctico-investigadora de altos vuelos. Curiosa contradicción. Han sometido al profesorado a través de la ignorancia. Victoria final del pensamiento único y de la tecnobarbarie. Y ahora nos acercamos a la nueva redención, el sistema con el que los niños-borricos definitivamente podrán aprender: los libros de texto electrónicos. ¡Venga ya! Ya está uno muy mayorcito para estas mariconadas. Pero se nos dirá que es el futuro. Que se sustituirán las pizarras por pizarras electrónicas. Que los que sigamos anclados en las antiguas artes educativas seremos anacrónicos y obsoletos. Se nos amenazará con con el San Benito del disidente, el arcaico, insolidario, criticón, insatisfecho, aguafiestas… Y mientras tanto, las nuevas pizarras relucirán en las paredes desconchadas de los IES, y no digo nada del deterioro de los cerebros de alumnos y profesores sometidos a la barbarie del sistema.

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