Blogia
Filosofía desde la trinchera

 

                        04 de mayo de 2010

 

            Ciencia y religión en Popper.

 

            Estoy leyendo un libro póstumo de Popper en el que se recogen artículos, correspondencia, conferencias que no habían sido nunca publicadas. Sobre todo en temas relacionados con las ciencias sociales y la filosofía política. Lleva por título Después de la sociedad abierta. Me encuentro con una conferencia dedicada a las relaciones entre ciencia y religión. Popper es bastante conservador en esta polémica. Considera que el enfrentamiento en el siglo XIX fue más ideológico que científico. Basándose en su criterio de demarcación, y aquí lo sigo y considero que no se equivoca, considera que no se pueden relacinar la ciencia y la religión porque son ámbitos distintos. Y esto es cierto. La ciencia intenta explicar el mundo basándose en el método hipotético deductivo. Procede por ensayo y error. Intenta decirnos qué es el mundo. En cambio, el ámbito de la religión es el del deber ser. Y aquí también estoy de acuerdo con Popper. Ahora bien, resulta que la religión no se reduce a la ética. La religión tiene una serie de mitos fundantes que dan una explicación del mundo de la que se sigue una donación de sentido a la realidad y a nuestra existencia. Y éste es el fondo de lo que será después la ética o la moral religiosa. Y éste primer ámbito del mito es el que choca con las explicaciones del mundo por parte de la ciencia. Por mucho que la ciencia no sea la verdad es un acercamiento a ella huyendo del error. Los mitos, aunque den sentido, son explicaciones erróneas del mundo que afectan a nuestra cosmovisión y a nuestra acción. Ahora bien, la explicación racional y crítica del mundo por parte de la ciencia, contradice estos mitos, es una carga de profundidad contra ellos. El caso más palmario es el de la teoría de la evolución. Ésta nos pone en nuestro lugar, elimina el antropocentrismo y a dios de nuestra perspectiva. Y esto es inevitable. Ahora bien, esto no es un argumento definitivo contra la existencia de dios. Porque, en última instancia, la existencia de dios depende de nuestra creencia, es un estado de ánimo. Pero , el mundo no es el mismo después de las explicaciones de la ciencia. Debajo de las teorías científicas hay toda una metafísica u ontología, una imagen general del mundo, una cosmovisión, que contradice de forma radical y absoluta los mitos fundantes de la religión. La carga de la prueba pertenece a la religión, si bien, el ateismo no elimina la fe o la creencia privada. Pero esto está dentro de la intimidad. De todas formas cada vez pienso más que las creencias son delirios colectivos.

 

            Soy ateo, pero acepto el agnosticismo en la medida en la que nos dice que no se puede demostrar la existencia o no existencia de dios. Aquí soy kantiana. Dios es una idea de la razón, o sinrazón, y sólo tenemos conocimiento de los objetos, de modo que de dios no podemos hablar. Lo que si es cierto es que la religión ha funcionado como ideología y como institución para justificar el poder de los más fuertes y ha sido utilizada como arma de exterminio. Aunque también es cierto que el mensaje ético de la religión secularizado nos ha llevado a los derechos humanos. La unión entre el cristianismo y el estoicismo dio lugar a la noción de hombre universal, o universalidad humana. Y, después, en la ilustración, Kant le daría el carácter de dignidad (partiendo de la religión, pero desde una ética autónoma) al hombre.

 

            Popper prefiere no hablar de dios y cuando se tropieza con el mal radical que Kant definió (hacer daño al mejor de los hombres hasta que pierda su humanidad, no pudo ni imaginar en lo que ocurriría en el siglo XX) duda de que pueda existir. De todas formas, Popper sigue anclado, a pesar de su conocimiento de la teoría de la evolución, en el antropocentrismo, idea de raíz religiosa. La evolución nos arranca de esta creencia y la etología nos permite comprender la capacidad de exterminio que tiene el hombre. Creo que admitir todo esto, y comprenderlo nos puede llevar a forjar un nuevo humanismo, no antropocéntrico, que nos permita caminar hacia un mundo mejor, que fue siempre el ideal ilustrado de Popper.

 

0 comentarios