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Filosofía desde la trinchera

No soy ni creyente ni celebrante. Pero he sido un profundo creyente hasta la juventud. Mi proceso hacia el ateismo ha sido largo, pero no excesivamente doloroso. Las fiestas religiosas están montadas sobre las festividades paganas de la época de la introducción del cristianismo. Y muchas de estas fiestas paganas se inspiran en los ciclos de la naturaleza, como ocurre con la de San Juan, el solsticio de verano. Esas religiones paganas proceden del neolítico y tienen que ver con la relación de domesticación de la naturaleza: agricultura y ganadería y con la división del trabajo. Por eso los dioses del neolítico son masculinos y violentos; porque la dominación del hombre sobre la mujer y del hombre sobre la naturaleza proceden del neolítico. (En el mito del Génesis esto está perfectamente narrado) En el paleolítico vivíamos una relación de inmediatez con la naturaleza. Los dioses eran femeninos y el culto fundamental era a la fertilidad teniendo como máxima expresión la diosa Gea (tierra). Por eso el problema ecológico, y sin vuelta atrás, comienza en el neolítico.

 

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            La ciencia emociona, pero para ello debe ser compartida. Comprender la realidad es la mayor pasión a la que puede llegar el hombre. Lo que pasa es que hay muchas miradas, no excluyentes, sobre la realidad. Las dos culturas, la humanística y la científica no se excluyen, eso es sólo una cuestión burocrática que, al final, daña nuestro entendimiento.

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