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Filosofía desde la trinchera

 

            Si los responsables del mundo son todos venerablemente adultos, y el
mundo está como está, ¿no será que debemos prestar más atención a los
jóvenes?
Mario Benedetti

 

            A los jóvenes les hace falta por probar todo eso que el mismo Benedetti, sabio e intelectual comprometido y sin pelos en la lengua, valiente defensor de los débiles, dice en su poema sobre los jóvenes. El gobierno de los jóvenes no es ninguna solución. Es más, hoy en día hay un culto a la juventud que es perverso. La juventud, como decía aquel, es un mal que con el tiempo y suerte, se pasa. El caos del mundo en el que vivimos no se debe a los venerables adultos, ni se soluciona con los inconscientes jóvenes. El mal procede de la propia estupidez humana. Hay que echar un vistazo a la evolución y la etología para tomar conciencia de quiénes somos realmente. El mal es común a jóvenes y viejos. Es nuestra estupidez. Somos animales más estúpidos que racionales; es decir, dominados por el vicio y la pasión. Evolutivamente somos animales tribales, con lo cual somos sumisos y necesitamos de líderes y sospechamos del extranjero porque puede herirnos o arrebatarnos la comida. Esta estructura jerárquica es en la que se basa la lucha por el poder. Las democracias son un invento-construcción ético-política del hombre que intentan sobreponerse a la naturaleza tribal del homo sapiens. Pero nuestro comportamiento, aún en regímenes democráticos da salida al animal que somos. Toda organización social se divide en lucha por el poder, por un lado y sumisión, por otro. Y esta organización está regida más por la superstición y el miedo que por la razón. Del joven lo que yo espero es que crezca y sea capaz de alcanzar la libertad. Del venerable lo que espero es que no haya perdido la esperanza de mejorar el mundo. Si ambas cualidades coinciden tendremos buenos gobernantes.

 

¿Que les queda por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco?
¿Sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar/ abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan/ abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines del pasado
y los sabios granujas del presente.

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