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Filosofía desde la trinchera

 

            Cuando hablo de ilustración me refiero a la idea de la ilustración. La ilustración centrada en la revolución francesa es una revolución burguesa que acaba en el régimen del terror, el endiosamiento de la razón y el imperialismo napoleónico. En verdad, se mantuvo el orden económico, o, más bien, se intentó legitimar el poder económico emergente de la nueva burguesía, que, posteriormente se desarrollaría con el capitalismo. En éste sentido habría que leer a Locke y su teoría de la propiedad. Hay están las bases y los fundamentos del nuevo orden económico. Se defiende la libertad, pero eso nos lleva a la libertad económica, la base del liberalismo económico. Pero a lo que yo me refiero con ilustración es a la idea que emerge en el siglo XVIII. Ilustración como educación del pueblo por  medio de la razón y teniendo como objetivo la eliminación del poder basado en la herencia, monarquía, y la superstición, la iglesia. Ahora bien, voy más allá. Lo que yo sugiero es que la ilustración debe tener como fin la excelencia del pueblo por medio de la educación. De ahí que defina a la ilustración como la aristocracia del pueblo. Y, si la definimos así, nos damos cuenta de que es un proyecto inacabado porque el pueblo no es excelente. Es más lo que ha ocurrido en las democracias tardías es que se ha producido el triunfo de la mediocracia. La democracia no es el poder del pueblo, sino de los mediocres. De lo que se trata es de que el pueblo sea la élite. Pero para esto es necesario refundar la democracia y la educación. Pasar al concepto republicano de democracia. La república es que los ciudadanos se ocupan de la cosa pública y no dejan en las manos de una élite profesional, los políticos, el gobierno absoluto. Cuando esto ocurre, que es lo que pasa ahora, entonces se fomenta desde el poder la mediocracia. Porque es más fácil dominar a un pueblo sumiso, que a un pueblo culto.

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