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Filosofía desde la trinchera

Magnífico el último libro del matemático, filósofo, doctor en ciencias políticas, poeta y amigo Jorge Riechmann. La obra titulada “Entre la cantera y el jardín” es un compendio de ensayos, poesía, del mismo Riechmann y de otros autores y un epílogo fantástico en forma de aforismos. No es mi intención aquí hacer una reseña del librito, porque dada su heterogeneidad de estilos, es difícil. No se pueden ni se deben reseñar la poesía y los aforismos. Simplemente lo recomiendo. Los aforismos y la poesía muestran, más que dicen o demuestran y cada uno de ellos encierra pensamientos complejos que se captan entre la sensibilidad y el entendimiento. Pero sí me ha vuelto a hacer pensar sobre el recurrente tema del peligro en el que nuestra civilización se encuentra; así como la ecosfera. Y eso es lo que voy a hacer aquí.

 

            La crisis económica ha nublado los problemas reales. La crisis es, en mi modo de ver, una crisis sistémica y Terminal. El sistema capitalista se basa en el modelo del crecimiento ilimitado y esto, simplemente, y por sentido común, es imposible en un planeta limitado. Estamos en un planeta lleno, más bien saturado. Y ha sido el desarrollo hipertrófico del hombre el que ha producido esto. La crisis económica es una consecuencia de la idea de crecimiento ilimitado que conlleva el capitalismo y del mito del progreso que está a la base como concepción mítica del mundo heredada del cristianismo. Al decir que la crisis es sistémica queremos decir que es necesario un cambio de sistema si queremos sobrevivir. El origen de la crisis es político y es importante señalar esto porque cuando hablamos sólo de economía caemos en una idea determinista de la historia en la que todo viene determinado por las leyes de la economía. Esto es absolutamente falso y carece de toda base científica. El origen político de la crisis reside en que siempre se podrían haber tomado otras medidas, el desarrollo de la historia depende de decisiones libres humanas y de la voluntad política de los políticos y los ciudadanos. Cuando digo que la crisis es Terminal a lo que me refiero es que, si no solucionamos el problema de saturación de la tierra, millones de especies se extinguirán, entre ellas el hombre, con gran probabilidad. Y se quedan algunos su vida no será nada envidiable. El problema es que esto no es un catastrofismo de ecologistas y amantes de los animales, es una cuestión científica, no quiere decir ello que sea una verdad absoluta, pero sí ciertamente verosímil. El problema ecológico es un problema social y político-económico. No se trata de políticas verdes para lavarse la cara los demagogos políticos, ni de la sostenibilidad de la que hablan los políticos, se trata de un problema sistémico que requiere un cambio revolucionario de paradigma. Una forma distinta de vivir y de percibir el mundo. Uno de sus pilares es que hay que eliminar el antropocentrismo y sustituirlo por el ecocentrismo. Sin una biosfera sana no es posible la supervivencia de la especie humana. El problema a que se enfrenta la humanidad es el de su supervivencia. La crisis económica nos ha hecho olvidar esto; es más tanto los políticos como los mandatarios del omnipotente mercado han optado por una huída hacia delante. De ahí el fascismo económico que sufrimos y la posibilidad de fascismos políticos tremendos en el siglo XXI. Pero esta crisis económica no es más que un aspecto de la crisis global ecosocial. Vivimos en un planeta limitado y queremos seguir viviendo como si fuese ilimitado. Nuestro mayor problema ecosocial ahora mismo es el del cambio climático. Algo que ya está en marcha hace tiempo y que según algunos, como Lovelock, habríamos pasado ya el punto de no retorno. Si la temperatura aumenta 6º a final de siglo la especie humana está sentenciada. Los científicos apuntan a que esto es muy posible. Las predicciones sobre cambio climático son muy complejas porque entran dentro del ámbito de las teorías de la complejidad. Es decir, que los fenómenos causales no son lineales como en la física clásica sino complejos y diferenciales. Pero esto no quiere decir que no exista un potente aparato matemático que sirva para la predicción. Ahora bien, la cuestión de la complejidad es que las causas ya no son sólo lineales como decía, sino que se da un proceso de sinergias globalizado altamente impredecible. Estos fenómenos son tremendamente peligrosos a la hora de hablar del cambio climático. Nuestra predicciones para final de siglo, si somos capaces de cambiar la economía basada en el carbono, es que la temperatura aumentaría entre dos y tres grados, lo cual es una tremenda catástrofe social y económica. Pero las cosas son más complejas y pintan peor para la civilización humana. En primer lugar tenemos el fracaso de Copenhague, probablemente la última esperanza, en segundo lugar, los estudios científicos nos informan de sucesos que entrarán en sinergia y aceleraran de forma impredecible el cambio climático. Y este cambio climático profundo y radical puede tener lugar en cuestión de décadas. Los datos están disponibles para el interesado en diferentes obras y organismo, pero para que veamos el fenómeno de la sinergia y cómo esto puede ser fatal para la especie humana ofreceré para empezar sólo uno. Los científicos predecían que el polo norte se podría atravesar en el 2070 debido al deshielo en el verano. Pues bien, en el 2009 ya se atravesó por dos barcos, aunque no había un deshielo total. Los científicos predicen ahora que el ártico se deshelará en verano de 2013. Sesenta años antes de lo que se pensaba. Esto produce dos efectos sinérgicos sobre el efecto invernadero y  la acumulación de carbono en la atmósfera. El primero es el del calentamiento. Los casquetes polares reflejan la luz del sol, al ser blancos, con lo cual refrigeran la tierra. Ahora bien, a menor masa de hielo, la luz del sol es absorbida por el agua del mar lo que produce un calentamiento progresivo de la tierra que actúa sinergicamente con el del efecto invernadero debido al carbono acumulado en la atmósfera. Pero es que, además, al derretirse los casquetes polares se derrite el parmaflas, lo cuál, a su vez, permite la liberación de metano del interior. El metano tiene una capacidad de efecto invernadero veinte veces superior a la del carbono, con lo cuál, al llegar éste a la atmósfera retroalimentaría el efecto del carbono sobre el calentamiento. Esto produciría un fenómeno sinérgico acelerado que en pocas décadas reduciría la vida en la tierra a la tierras cercanas a los casquetes polares. Si superamos 330ppm de carbono en la atmósfera estamos en peligro. Los científicos quieren evitar que sobrepasemos las 450 ppm. Pero al ritmo que vamos llegaremos al final de siglo a las 750 ppm. Curiosamente, esto es superior a lo que ocurrió hace 55 millones de años en el Mioceno, época desértica, y la tierra necesitó 200 milones de años para recuperarse.

 

            Por otra parte, y es otro escenario catastrófico, si se sigue recalentando el agua del mar por el efecto invernadero, entonces puede ser que al disminuir la densidad del agua marina la cinta transportadora que lleva la corriente del golfo y que mantiene a Europa en un clima templado, se paralice. Ello provocaría, paradójicamente, una glaciación. El hielo llegaría hasta Gibraltar, y de ahí para abajo el desierto. Este tipo de glaciaciones, que tienen como causa la interrupción de la corriente del golfo, han ocurrido en más de una ocasión. Igual que cualquier cambio climático, lo que sucede es que ésta es la primera vez en la que el cambio es de origen humano.

 

            Estos dos escenarios que describimos, científicamente posibles, no necesarios, pero, por supuesto no son fruto de la ideología del catastrofismo, sino de la ciencia positiva, por muy provisional que ésta sea, representarían el colapso civilizatorio global. Todas las civilizaciones han llegado a un colapso que tiene mucho que ver con el agotamiento de sus recursos. El problema es que nuestra civilización es global, de ahí que el colapso sea total. Si queremos remediar este fin es necesario descarbonizar la atmósfera y, para ello, es necesario cambiar de modelo de producción, es aquí donde interviene la economía y la política. Nuestra economía del capital está basada en la economía del carbono, pero ésta ya no da más de sí. Es necesario un giro político radical que cambie las consciencias de los ciudadanos para que podamos contemplar otra forma de vivir que no tiene nada que ver con los valores del individualismo consumista que el modelo neoliberal capitalista ha creado. Si no hacemos una revolución dirigida políticamente, en el que se pase, como decía Sacristán del paradigma del consumo al del cuidado, y al que yo añado del paradigma antropocéntrico al ecocéntrico, el fin será drástico. Los tecnófilos consideran que la tecnología resolverá los problemas. Grave error, la tecnología por si sóla no resuelve nada, son las decisiones políticas sobre la tecnología las que resuelven, si es que no hemos pasado ya el punto de no retorno, no lo creo, aunque los datos cada vez lo confirman más. Pero hay que albergar un lugar para la esperanza. Lo que sí es cierto es que la crisis económica podría haber sido el detonante de esta revolución paradigmática y, por el momento, lo que ha hecho es agudizar los problemas…el espectáculo es dantesco.

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