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Filosofía desde la trinchera

"Sin maestros fascinadores no hay escuela posible; por más leyes que se proyecten." Joseph Pla.

 

            Siempre recordamos a los profesores que nos enseñaron algo. Y para eso hizo falta el esfuerzo, el respeto, y la disciplina que, a la larga, nos haría libres. Y todo ello se sustenta en la autoridad intelectual y moral del profesor. Esto nunca puede ser sustituido por ninguna ley ni por cursillos psicopedagógico. La verdad de la enseñanza es la transmisión de conocimientos y valores. Para ello el maestro ha de ser ejemplar. Amar su disciplina y el conocimiento en general. Ser amable y respetuoso, consigo mismo y con los demás. Querer la igualdad y la libertad. Y creer en la posibilidad de que el hombre puede mejorar. Ejercer la disciplina como única forma de que el alumno sea capaz de conquistar su libertad a través de la voluntad.  Mientras que no se recupere la educación de la voluntad como camino hacia la libertad, que nos aleja del capricho; y el centro de la enseñanza sea el profesor (el encargado de la transmisión de conocimientos y valores) y no el alumno, como en la pedagogía actual (el aprender a aprender y demás estupideces), no habrá una recuperación de la enseñanza.

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