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Filosofía desde la trinchera

Ya que hablas de ilustrar, ¿se pensó alguna vez que caería el antiguo régimen y que se proclamarían los derechos del hombre y del ciudadano? ¿Se pensó que se daría fin al régimen esclavista? Mira, el estar sumergido en un pensamiento nos impide ir más allá. Nuestras democracias están secuestradas por un pensamiento único, el neoliberal, del que una gran mayoría participa inconscientemente. Cuando no se ven alternativas es que todo está por hacer. Para empezar, estudiar las alternativas. Cuando se dice que no hay alternativas, desde la comodidad de la ideología y la creencia dominante, entonces es que se está rendido de antemano. En definitiva eso es un triunfo del poder. Algo similar ocurrió en la segunda guerra mundial. Hubo una connivencia de la ciudadanía y de gran parte de la intelectualidad. El poder subyuga, y una de las formas de hacerlo es por la ideología y el miedo. El hombre quiere la libertad pero la vende por un plato de lentejas, prefiere la comodidad, a pesar de perder su libertad.

 

            Pero en nuestra democracia las cosas son peores. El bipartidismo es un efecto de la constitución y de las leyes de partidos y electoral. Son éstas las que habría que cambiar. Los partidos mayoritarios no quieren, pero a gran parte de la ciudadanía sí le interesa. Hay diversos caminos para conseguir esto que nos daría una democracia más sana, pero para ello no hay que quedarse parados y pensar que sólo existen dos partidos. Sólo hay dos alternativas, que en el fondo son la misma, porque nosotros nos lo creemos, existen otras opciones políticas. Y existe la opción política de cambiar a los partidos y a los sindicatos más importantes desde dentro. Pero eso exige la participación en esos movimientos. Hay que afiliarse y cambiarlos desde dentro. Los partidos políticos y los sindicatos, tal y como están establecidos hoy en día, son obsoletos. Tienen los días contados. Urge cambiarlos desde dentro. Si queremos una democracia más plural es requisito indispensable cambiar la ley de partidos y la ley electoral. Los partidos deben ser abiertos, no listas cerradas. Todos deben tener la misma subvención pública. Y hay que prohibir la subvención privada, ése es el fondo de la corrupción y de que los partidos se olviden del pueblo y gobiernen para sus intereses. Hay que eliminar la obediencia de voto e introducir la democracia en os partidos. La ley electoral tiene que tomar como circunscripción electoral a la comunidad, y no a las provincias. Esto nos acercará más al ideal de la democracia, un ciudadano un voto. De la otra forma, se pierden inútilmente cientos de miles de votos. Es una desfachatez. Todas estas cosas las defienden algunos partidos. Pero es que, además, es de sentido común, y deberían defenderlos los mayoritarios, pero estos gobiernan para sí mismos. No los votemos, simplemente. Voto en blanco. Desobediencia de la ciudadanía. El poder tiene miedo a las concentraciones, la desobediencia civil, las huelgas, la abstención, el voto en blanco. Todo eso está en nuestras manos. También se pueden hacer agrupación de electores que pongan zancadillas a los partidos mayoritarios. En definitiva, hay que implicarse. Se pueden hacer cosas, primero informarse, después actuar. Pensar que no hay alternativas, cuando estamos en una fase final de la democracia es haber sucumbido al engaño y la pereza. La democracia, y la nuestra en particular, exigen de una renovación desde sus fundamentos. El poder ciudadano no puede ser menospreciado. Los gobernantes nos temen. Eso es lo que está ocurriendo en Murcia, lo que ha ocurrido en Extremadura, lo que sucede en el próximo oriente. Si no vemos alternativas somos peones en manos del poder, hemos claudicado y nos hemos vuelto cómplices.

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