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Filosofía desde la trinchera

Has utilizado no sólo la retórica, sino la erística, el arte de convencer de una cosa y de lo contrario. Se nota claramente tu formación en derecho. Pero no entiendo ese pragmatismo, cuando el derecho tiene una dimensión teórica inseparable de la ética y de la constitución de la ciudad y, sobre todo, del estado, a partir del renacimiento. Ello implica que la ley, que se funda en la razn es una abstracción, la máxima abstracción, ni la de las matemáticas. Eso de que la razón es etérea, no lo entiendo. Y, que como no pertenece a nadie, pues no existe. Es un error lógico, perdona, pero no recuerdo el nombre de la falacia, a lo mejor tu si. De que no pertenezca a nadie no se sigue que no exista. Un coche puede no pertenecer a nadie, o mejor un objeto de la naturaleza puede no pertenecer a nadie y de ahí no se sigue su inexistencia. Lo que yo quería decir es que el ágora, la plaza pública es un lugar vacío, del que se reía Jerjes, el emperador de los persas, para qué querrán un lugar vacío. Pues muy sencillo, para hablar. Nótese que lenguaje en griego es Logos. Es el logos lo que los unifica y es el logos lo común, y el logos, razón, lenguaje, lo que queda cuando cada cual se va a sus asuntos privados, los importantes, desde luego son los público, la res pública o la política. Y nada más. La razón existe en tanto que está encarnada en el lenguaje y éste es universal. La demostración del teorema de Pitágoras se hace desde el logos y es universalmente válida. Por eso Platón se inspira en los pitagóricos para combatir a los sofistas que habían convertido la razón en algo privado. Esto es, habían secuestrado el lugar común del logos, donde todos nos podemos entender por su propios intereses particulares, de ahí la degeneración de la democracia ateniense. Es como hoy en día, el ágora, que es la representación del pueblo por parte de los políticos, está secuestrada por el interés del mercado y de los propios partidos que se autorepresentan. De ahí, que el ciudadano de a pie no se sienta representado, porque ha sido desalojado del lugar común.

 

            Por otro lado, por su puesto que no somos racionales, somos más pasionales. Efectivamente. Y, es más, nuestra razón está cargada de afectos y así lo entendieron los griegos. El ideal de la sabiduría aristotélica es el bien cmún que se alcanza por las virtudes morales (la virtud es el medio de dos vicios) y los intelectuales. La máxima virtud es la prudencia que implica la capacidad de media, de cálculo de la justa mitad entre dos vicios. La prudencia, pues, es el dominio de las pasiones. No podemos separar afecto de razón. Pero tampoco podemos caer en el dualismo mente cuerpo, razón pasión. Son absurdos y reduccionistas.

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