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Filosofía desde la trinchera

Excelente comentario. Cuando yo hablo de que somos la voz del universo lo que hago es dar rienda suelta al misticismo que siempre he llevado dentro y que fue la base de mi antigua religiosidad. De todas formas lo que he encontrado es una vía científica de ese misticismo. Pero, una cosa, que seamos la voz del universo y su autoconciencia, no quiere decir que seamos conciencia plena, sino limitada. Toda forma viva que tenga conocimiento; y por citar a Popper, toda forma viva tiene conocimiento del universo, aunque no autoconciencia es una forma de autoconocimiento del universo. Nosotros somos una de las múltiples formas de autoconocimiento, plenamente limitado. Y una cosa muy interesante, que nos revelan las neurociencias modernas, esa forma de conocimiento es creativa. Dicho de otra forma y sin caer en idealismo, el conocimiento es una forma de creación del mundo por parte del cerebro, una simulación, a partir de la información sensible procedente de los sentidos que serían los interface entre el cerebro y el mundo externo. Con lo que, de esta forma, la polémica sujeto-objeto se desvanece y el tema de la verdad, desde las ciencias naturales a las ciencias humanas y sociales, pasando incluso por la ética, toma otra dimensión.


Cada día tengo menos confianza en la humanidad y cada día me convenzo más, por desgracia, de que la historia la mueven cuatro poderosos. Que la han movido siempre. Cada día pienso que la determinación de la historia depende de estas voluntadas inmorales y que quizás nada se pueda hacer. Y todo esto es pensar contra lo que día a día he ido construyendo filosóficamente. Pienso que los problemas se pueden resolver: el problema energético, el problema del hambre, muchas enfermedades, el problema medioambiental, el problema del agua, la igualdad: hombre-mujer, rico-pobre… lo que sucede es que esas voluntades de las que hablo y que funcionan piramidalmente, desde los más poderosos del mundo al común de los ciudadanos, no quieren. La esperanza es el engaño de la religión, la creencia en el progreso y en la participación democrática el opio que los poderosos nos dan para sentirnos participes de la construcción del mundo, cuando realmente el mundo se construye y se reparte en cuatro despachos enmoquetados…si los problemas se pueden resolver, y ese es el caso, es que no hay voluntad para resolverlo. En suma, eso es el fracaso del la especie humana. De la ironía al cinismo y del cinismo al escepticismo negativo. La historia como opresión del hombre por el hombre.

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