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Filosofía desde la trinchera

Absolutamente de acuerdo con eso, Andrés, de la conciencia cívica, es decir, ciudadana. En los tiempos que corren lo que está sucediendo es que está desapareciendo la democracia, eso es algo ya, casi antiguo. Lo peor, es que está desapareciendo la política. Y no nos damos cuenta. Estamos en una situación similar a la de entreguerras que hizo posible la emergencia de los fascismos. Por eso vengo defendiendo últimamente, que el fascismo económico, que es un hecho, se puede explicar desde distintas teorías, es la antesala del fascismo político. Pero ahora me estoy dando cuenta de que además de que emerge el fascismo político y los populismos, también emerge, como decía, la ausencia de política. Los partidos, incluso a nivel internacional, carecen de capacidad de maniobra. No soy partidario de la teoría conspirativa de la historia, pero todo visto como una generalidad te hace pensar en un plan trazado. No lo creo, porque no creo ni en la teoría conspirativa, aunque haya conspiraciones, ni en las leyes deterministas de la historia, como los marxistas y los neoliberales, o los tecnófilos.
    Es mucho lo que a cada uno de los ciudadanos nos toca hacer. No sé si la ciudadanía podrá llegar a un nivel de conciencia crítica que evite el desastre, como ocurrió en la segunda guerra mundial. Lo que sí es bien cierto es que no vamos por buen camino, el orden establecido por el neoliberalismo, sumado a perversiones políticas en los países del tercer mundo ofrecen un saldo de 100.000 muertos a causa de la desnutrición, la miseria… Nuestro sistema, del que todos participamos es un sistema de masacre. Y nosotros no somos capaces de tomar conciencia. La educación es el camino, según postuló la Ilustración, para liberar al hombre de la esclavitud. Pero el problema es que la educación no es neutral, participa de una ideología. Actualmente la educación tiene como fin último, porque ésa es la idea dominante, la adaptación a la sociedad del conocimiento, la información…eternamente cambiante y demás mitos. Es decir, que dicho llanamente la educación tiene el papel de la domesticación. Todo lo contrario del ideal ilustrado, la educación tiene como objetivo la liberación, es decir, que si pensamos que el mundo, la sociedad, o parte de ella, no funcionan bien (no se pueden hacer reformas totales, caeríamos en totalitarismos), lo que habría que hacer es cambiarlas.

    Piedad, la frase de Punset es importante y esclarecedora y, en parte, tiene que ver con lo que he dicho arriba. Lo que se llaman las causas (competitividad, por ejemplo, que es fundamentalmente a lo que él se refiere) son sus consecuencias. Lo que ocurre es que el esquema es al revés. Es precisamente la idea capitalista del crecimiento ilimitado, que lleva aparejado la competitividad la que produce la crisis.  Y una vez que ésta se ha producido se nos dice que lo que hay que hacer es aumentar la competitividad, y eso se hace desde el sector privado y reduciendo lo público. Resultado, aumento de la desigualdad, más pobreza, menos estado del bienestar… Pues falso. No se trata de fomentar el espíritu y el valor de la competitividad, sino el de la cooperación, basado en la empatía, esa facultad biológica que nos hace sociables. La cooperación es más creativa y productiva que la competitividad. Y ése es un cambio paradigmático que debemos hacer en nuestra economía y política. Si no somos capaces de cambiar esta idea del mundo y de nosotros mismos caeremos en el bucle autocontradictorio del crecimiento ilimitado, y en una guerra hobbesiana de todos contra todos. Situación ésta última que, por lo demás, es la que padecemos hoy en día.

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