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Filosofía desde la trinchera

Evidentemente. Cuando hablo de hombre práctico me refiero a que son necesarios los oficios, artes y técnicas para realizar y sostener una sociedad. Pero aquí reside tu cuestión. Si el hombre práctico pone el fin de su vida en lo que hace y no en la propia vida, entonces no puede ser sabio. Sin embargo, si lo que hace es sólo un mero medio para vivir, y vivir es lo importante es y puede ser sabio. El sabio no necesita de mucho saber y dato, al contrario, esto lo convierte en erudito o en hombre de grandes conocimientos. Y esto es otra cosa que ha pasado. Hay tres niveles: la información (mera erudición), el conocimiento (información ordenada conforme a reglas y leyes que nos enseñan cómo es lo que nos rodea, el hombre, la sociedad, la historia; en fin, la ciencia) y la sabiduría que es más fina que esto y más indefinible. Casi que inefable. Puede darse sin los dos pasos anteriores o puede partir del conocimiento más el saber y el talante en la propia vida (esto es, la ética) Éste es el caso, por ejemplo, de Sanpedro. La sabiduría tiene más que ver con la ética que con el conocimiento. El problema es que nuestra sociedad idolatró desde el Renacimiento el conocimiento científico hasta que expulsó a la filosofía, la religión y la ética del ámbito del saber. Esto fue nefasto, porque produjo un reduccionismo en el conocimiento, aunque permitió la ventaja del avance de la ciencia, con sus inconvenientes, claro. El conocimiento se identificó con la ciencia y nos quedamos sin saber práctico, ética y sin sabiduría. A su vez éste conocimiento científico iba ligado a un saber técnico que hizo posible la revolución industrial lo que unido a la idea (mito) del progreso hizo que el empeño humano se vertiese sólo sobre el saber tecnocientífico, que era el productivo, olvidándose del saber que da sentido. Y así se desarrolló el capitalismo cuya última etapa es el capitalismo salvaje en el que el individuo carece totalmente de sentido, su existencia es su consumo y sin éste el pánico le sobrepasa. Por eso, a pesar de parecer los más fuertes de la historia somos los más vulnerables, tanto técnicamente, como antropológicamente. Técnicamente porque nuestra existencia está absolutamente tecnificada, no es concebible sin ella, esto es así porque el hombre es un animal técnico, antropológicamente, porque hemos llegado al nihilismo. Ningún discurso racional y unitario es capaz de dar sentido a nuestra existencia. La sabiduría está escondida en el ruido de esta sociedad de la tecnobarbarie y el tardocapitalismo.

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