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Filosofía desde la trinchera

Estoy de acuerdo con Latouche, he leído su obra y me ha inspirado. Con lo que no estoy de acuerdo es con la exigencia del cambio de vida como factor determinante. No se le puede exigir a la población una forma de vida, en medio de una vida de consumo desenfrenado y devorador. Eso es exigir mucha virtud. Creo que lo primero es un cambio institucional y en ello es en lo que se debe basar la política del decrecimiento, en una regulación legal que impida que el yogur que me como haya recorrido 9000 km, ésa es la cuestión. Y ésa es la política del decrecimiento. Lo otro tiene que ver con la ética del decrecimiento, que son decisiones individuales y libres. Es cierto que hay que crear la conciencia colectiva de un nuevo modo de vida, pero es imposible pedirla. Lo que sucederá es que este nuevo modo de vida llegará a todos, a los que lo adopten voluntariamente y a los que no. Y llegará cuando se adopten los cambio estructurales que trasciendan el paradigma del crecimiento al del decrecimiento. Y eso se hace desde la política, a partir de leyes que regulen la economía y el mercado, así como las relaciones con la naturaleza. Es decir, todo un cambio del sistema productivo, por eso estamos en la quiebra del capitalismo global que debe ser sustituido por el decrecimiento dentro del marco del ecosocialismo. Y, del paso de un paradigma a otro emergerá una nueva conciencia ciudadana. Ésa es mi diferencia con Latouche, mientras tanto, bienvenidos sean todos aquellos que predican con el ejemplo, pero más importante es forzar el cambio político. Si no se hace, el decrecimiento, en el que ya estamos, se impondrá por la fuerza de la escasez de la riqueza y la rapiña de unos pocos y nos llevará a la barbarie.

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