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Filosofía desde la trinchera

“El catedrático de física de la Universidad de Edimburgo ha asegurado que "España ha tenido gobiernos que no han mirado nunca a la ciencia" y que ahora "necesita más ciencia, de lo contrario tendrá consecuencias para la economía".

España prefirió especular con la industria inmobiliaria. Desaprovechó la oportunidad de la democracia y restituir la enseñanza que la censura del nacionalcatolicismo había destrozado. En lugar de ello, se dedicó al negocio fácil. Como decía Solchaga, España es el país donde es más fácil hacerse rico en el menor tiempo. Vaya socialismo de pacotilla. Y encima hacen una ley de educación que la destroza para varias generaciones.

Pero el mal es muy antiguo. Procede del Renacimiento, de la contrarreforma y la expulsión de los judíos y musulmanes, que eran los sabios de este país. A partir de ahí, ciencia y filosofía fueron considerados anatema para la iglesia y el castigo por dedicarse a ellas en libertad era la tortura y la muerte. De esta forma España nunca pudo pasar ni por la revolución científica que se hacía en Europa ni por el impulso científico y ético-político de la Ilustración. Hay un renacimiento que pronto muere con la constitución de Cádiz. Pero el mejor momento fue la II República. Pero el golpe de estado terminó por medio del genocidio premeditado con la ciencia y la cultura en España empezando por el exterminio de los maestros de escuela hasta los catedráticos de universidad. El que pudo escapar se exilió y no regresó más o cuando pudo, ya había dado todo lo que podía dar en otro lugar, además de vivir en el desarraigo y contemplar un país que se hundía en la miseria, la incultura, el analfabetismo, la beatería, la superstición y la violencia arbitraria. Y luego llegó la democracia y los socialistas, que hicieron, por un lado, la LOGSE, cuna del fracaso de generaciones y se olvidaron de la investigación científica porque el ladrillo era más rentable, además de que siempre se podía escapar alguna que otra comisión, corrupción política de los ayuntamientos. El arte, y las letras en particular, sí florecieron. No se puede olvidar el siglo de oro y el romanticismo y la generación del 98 y el 27, pero el arte permite burlar la censura por los símbolos y las metáforas. Es más, permite hasta reírse de ellos, como magistralmente han demostrado nuestros escritores. Es en esta clave en la que podemos leer El Quijote. Pero, además de Cervantes están Quevedo, Góngora, Larra y muchos más. Por lo menos de esto podemos sentirnos orgullosos. Son maestrols de sabiduría. Pero, curiosamente, los planes de estudios hacen adaptaciones de sus obras (para que los alumnos analfabetos los entiendan y sigan siendo analfabetos con móviles e internet) y se inventan un plan de fomento de la lectura que se queda en lo políticamente correcto y el pensamiento único. Al final esta joya también se perderá. Porque, por otro lado, han llegado estos bárbaros de la derecha que quieren acabar con las humanidades. Estos lo dicen claro, no como los otros, quieren empleados. Y ése es el objetivo de la educación, el conocimiento del latín, de Góngora o de Platón está de más, o, peor, puede ser hasta peligroso. Ésta es nuestra España.

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