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Filosofía desde la trinchera

 Un señor de unos 70 años viajaba en el tren, teniendo a su lado a un joven universitario que leía su libro de Ciencias. El caballero, a su vez, leía un libro de portada negra. Fue cuando el joven percibió que se trataba de la Biblia .
Sin mucha ceremonia, el muchacho interrumpió la lectura del viejo y le preguntó:
- Señor, ¿usted todavía cree en ese libro lleno de fábulas y cuentos?
- Sí, mas no es un libro de cuentos, es la Palabra de Dios. ¿Estoy equivocado?
- Pero claro que lo está. Creo que usted señor debería estudiar Historia Universal. Vería que la Revolución Francesa , ocurrida hace más de 100 años, mostró la miopía de la religión.
Solamente personas sin cultura todavía creen que Dios hizo el mundo en 6 días. Usted señor debería conocer un poco más lo que nuestros Científicos dicen de todo eso.
- Y... ¿es eso mismo lo que nuestros científicos dicen sobre la Biblia?
- Bien, como voy a bajar en la próxima estación, no tengo tiempo de explicarle, pero déjeme su tarjeta con su dirección para mandarle material científico por correo con la máxima urgencia.
El anciano entonces, con mucha paciencia, abrió cuidadosamente el bolsillo derecho de su bolso y le dio su tarjeta al muchacho. Cuando éste leyó lo que allí decía, salió cabizbajo, sintiéndose peor que una ameba.
En la
tarjeta decía:

Profesor Doctor Louis Pasteur
Director General del Instituto de Investigaciones Científicas
Universidad Nacional de Francia
'Un poco de Ciencia nos aparta de Dios.
Mucha, nos aproxima'.

Dr. Louis Pasteur (1822-1895)

P.D.: El mayor placer de una persona inteligente es aparentar ser idiota delante de un idiota que aparenta ser inteligente.

 

En primer lugar no entiendo bien la P.D. me supongo que se referirá a la ironía socrática, el sólo sé que no sé nada y que luego sale triunfador en cualquier diálogo. Pero en la posdata hay un tanto de condescendencia o superioridad que, en la ironía socrática no existe. Por el contrario. La ironía socrática parte del reconocimiento de la ignorancia como la posibilidad de enseñar y aprender. Sin embargo, en la P.D. hay como un regodeo en un supuesto saber que no tiene como fin el enseñar. Y, pienso, todo saber cobra su sentido en el hecho de ser un saber enseñado. Como precisamente ocurre en el final de su leyenda. El señor Pasteur intenta enseñar desde el reconocimiento de la ignorancia desenmascarando la prepotencia del saber del joven.

Segundo, la leyenda es un claro ejemplo del cientificismo una visión filosófica de la ciencia que crearon los científicos del final del XIX y principios del XX y que proclamaban la validez universal de la ciencia frente a cualquier otro discurso. Con ello anulaban la validez de todo discurso salvo el científico y éste debería reducirse a lo verificable. Fue Popper el que desenmascara esto en la “Lógica de la investigación científica” y demuestra que lo que caracteriza a la ciencia no es su verificabilidad, ésta se transforma en grados de corroboración, por tanto probabilidad, sino su refutabilidad. Y de ahí nace el método científico moderno, el hipotético deductivo. Y, añade que incluso los discursos no refutables, como el derecho, la filosofía, el arte, la ética, la religión, la política…tienen sentido, algunos de ellos son saberes racionales, igual que la ciencia, aunque no refutables, como es el caso de la filosofía, o la ética o el derecho…en fin que todos ellos tienen sentido y constituyen un saber, también la religión. Ahora bien, el saber de la religión no tiene que ver con la verdad, eso está dentro del ámbito de la ciencia. Y no porque la ciencia sea la verdad, sino porque una de sus características es la búsqueda de la verdad. Como dice muy bien el físico y filósofo Bunge “hay más verdades en una guía de teléfonos que en toda la ciencia junta, ahora bien, una guía de teléfono no es ciencia” él define a la ciencia en una n-dupla de doce caracteres entre los cuáles está la búsqueda de la verdad. Por ello, insisto, el joven representa la versión cientificista. Que, por otro lado, es una de las perversiones de la razón ilustrada. Hoy en día ya no existe el cientificismo, existe otra creencia, ideología o religión peor, la del digitalismo o tecnocracia o tecnobarbarie, hay muchas formas de llamarla. Es la divinización de la tecnociencia (complejo técnico, científico, político, económico, militar y político) como forma de redención de todos nuestros males. Es decir, la reducción de todos los problemas humanos a problemas técnicos, cuando hay problemas que no son técnicos, sino éticos, políticos, religiosos… Por eso hay que estar avisados de esta nueva religión que, unida al pensamiento único y al tardocapitaismo han creado una religión inconsciente que anula cualquier discurso, no sólo el religioso. Pero, curiosamente, desde una actitud religiosa, pues el común de los mortales acepta esta realidad como creencia.

Y, por último, en la leyenda que se nos cuenta se comete un gran fallo argumentativo, muy común por lo demás, es la utilización del criterio de autoridad. Es decir, se nos dice que si una persona tan inteligente y creativa como Pasteur era creyente, como nos atrevemos a poner en duda su criterio. Hay que tener cuidado con este tipo de sofismas, como con una veintena más de los que se utilizan en los diferentes discursos y que se estudian o estudiaban en la filosofía de primero, antes de la mariconada de la ciudadanía, y ahora con la LOMCE dentro de unos años este discurso no tendrá sentido, salvo para unas élites bien educadas y selectas. Pero éste es otro tema. Por eso Aristóteles, estando en desacuerdo con su maestro y amigo Platón dijo, soy amigo de Platón, pero más amigo soy de la verdad. Y sin embargo toda la tradición de la escolástica cristiana traicionó su espíritu, entre otras cosas que no vienen al caso, cuando se le consideró El Filósofo, así, con mayúsculas. Y cualquier discusión o prueba se zanjaba precisamente de esa manera, lo ha dicho El Filósofo, refiriéndose a Aristóteles.

                Pero independientemente del argumento de autoridad sí es muy cierto que existen científicos creyentes y, es más, brillantes científicos creyentes. Muchas veces se ha planteado esto como un problema y en verdad ha sido un problema para el ateo. Pero este problema tiene su solución en la teoría de la evolución y en las neurociencias modernas. Primero, la creencia es un mecanismo adaptativo que ha triunfado enormemente, tanto que nos ha permitido sobrevivir, por ello se ha heredado. Todos utilizamos más la creencia que la razón. Nuestra razón es de uso limitado. La creencia puede generar discursos mítico-religiosos o aplicarse sólo al ámbito cotidiano. La cultura heredada tiene su origen en el mito y la religión, estas formas culturales son adquiridas y moldean nuestro cerebro, que está preparado de serie para ello, en el proceso de socialización y eso es una condición ya para toda nuestra vida. Pero lo que está a la base y es lo que dice el neurofisiólogo Francisco Rubia, es una doble capacidad, la racionalidad, tanto lógico matemática, como emocional y afectiva o ética, como la creencia. Ambas funcionan en redes neuronales distintas, que pueden interactuar, pero que no se bloquean, ver “El cerebro nos engaña”. Por eso recomienda y abre un campo de investigación inmenso e interdisciplinar que es realizar una epistemología filogenética del conocimiento.

Gracias y ha sido un placer.

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