Blogia
Filosofía desde la trinchera

En torno al “Concert per la libertad”

Lo que contrasta es el título del concierto “La libertad” y la uniformización del público. Parecen una formación militar. Todo esto es muy sospechoso. Y no estoy criticando la autodeterminación, que es algo muy complejo, sino la manipulación política y lo que de mítico, supersticioso y religioso tiene el nacionalismo (cualquier nacionalismo) no vayan a salir susceptibilidades.

No es un ideal, éste tendría que estar basado en un conjunto de ideas bien argumentadas, lo que no es el caso puesto que todo nacionalismo es una forma o variante de la religión surgido en el siglo XIX como reacción al mundo del trabajo y del capital que trajo la revolución industrial. Una forma de defensa como lo fue el marxismo, por cierto, éste es intrínsecamente internacionalista. Los partidos de izquierda se la han jugado con el nacionalismo desde principios del siglo XX, coincidían en la lucha contra la opresión imperialista, pero sus caminos y sus métodos eran absolutamente distintos. Pero en el mundo de la política la izquierda claudicó ante los nacionalismos y dio lugar a barbaries, desde el nacionalsocialismo hasta el terrorismo etarra, de supuesta ideología de izquierda. Y ahora viene lo importante. Decir esto que yo sostengo no implica la eliminación de la libertad individual de autodeterminación y, por su puesto, tampoco la libertad de un pueblo de autodeterminarse. Aunque esto ya es más complejo porque la noción de pueblo Wolk, inventado por los filósofos alemanes en el XIX, que al final desembocaría en el fascismo, es muy problemática, dado que la historia no es estática sino devenir. Por otro lado, libertad y nacionalismo como ideas histórico-filosóficas son excluyentes. Su unión reside en la autodeterminación, en la autoidentidad. Pero he aquí la contradicción, si la identidad te viene dada por el pueblo, la nación, entonces no tienes identidad. La identidad, o autonomía o libertad viene dado por la capacidad de pensar por uno mismo. Ése fue el principio ilustrado que Kant introduce en la historia y que nos lleva al ideal de la libertad a través del cosmopolitismo. Pero un cosmopolitismo que consiste, kantianamente hablando, en la libre unión de repúblicas libres. Aquí se acentúa lo de la libertad dos veces. Las repúblicas se mantienen, es decir, mantienen su soberanía, pero se alían en un derecho común internacional de forma libre, no obligada. Y las repúblicas son libres porque los que las habitan son ciudadanos libres, no se reducen a la identidad cultural. La tradición es una forma de esclavitud, es reaccionaria. Por el contrario, los ciudadanos libres se guían por la razón. O por decirlo a través de otro filósofo alemán aún vivo, pero muy mayor, Habermas. El ideal democrático republicano es el de la asociación libre de la comunidad de los hablantes. Pero la comunidad de los hablantes son aquellos que tienen capacidad de seguir a la razón, no la pasión. No se trata del abandono de las pasiones, sino de dirigirlas.
Lo que me resultó chocante esta mañana cuando vi el concierto después de mandarte el enlace, ver a viejas glorias de la izquierda, luchadores en otro tiempo por la libertad haber caído en semejante trampa. Y eso me lo hizo pensar la uniformización del público. Es como si estuviese viendo una convención política de los EEUU, pueblo patriota, imperialista y nacionalista excluyente y tremendamente peligroso, donde los haya. Y luego me acordé de una entrevista a Alfonso Guerra en la que contó una anécdota. Fue a Cataluña a dar una conferencia sobre teatro y tal y después fueron a cenar, pero él puso una condición, que no se hablase de política y menos de nacionalismo. La cena transcurrió con normalidad hasta que al final los artistas e intelectuales que estaban allí no pudieron evitarlo y le preguntaron sobre el nacionalismo y sobre la política nacionalista actual en este asunto en Cataluña. Alfonso Guerra les dijo que si de verdad querían escuchar lo que él pensaba a lo que dijeron que sí. Bueno pues echó su discurso, más o menos en la línea de lo que he dicho más arriba y de lo que tú dices de los políticos y resultó que todo el mundo estaba de acuerdo y, entonces, les preguntó. Bueno, y por qué mañana no vais y lo decís por ahí lo publicáis, lo defendéis…y todos a coro respondieron que si hacían eso se quedaban sin sus subvenciones para el teatro, la música, los libros… Los políticos los tenían comprados y esos intelectuales, a los que se les llama intelectuales orgánicos, son los que producen y moldean las ideas que después el pueblo piensa acríticamente. Y todo por un plato de lentejas. Ese es el mecenazgo de hoy en día. Y otro dato curioso, que era Alfonso Guerra el que contó esta historia, que de estas cosas, la manipulación del pensamiento del pueblo, sabe mucho. Un saludo y a seguir disfrutando de la playa en libertad y armonía.

0 comentarios