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Filosofía desde la trinchera

La tragedia del conocimiento. El aumento de nuestro conocimiento ha sido inversamente proporcional a nuestra capacidad de actuar. De tal forma que nos encontramos en un máximo de conocimiento sobre la realidad que nos rodea y en un mínimo de capacidad de transformación. ¿Es posible la praxis revolucionaria, o sólo nos queda la contemplación desde el conocimiento absoluto que nos ofrecen los medios de información omnímodos del devenir histórico?

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Claro, si ya estaba todo en Adam Smith y los economistas del XIX. La economía formaba parte de la filosofía moral. En el XVIII se desnaturaliza, es decir deja de tener en cuenta a la naturaleza en sus cálculos, lo cual es un error que se redescubre en el siglo XX. Luego se suma al positivismo científico, que anula la validez de cualquier otro discurso salvo el científico teniendo como modelo el de la física. Las ciencias sociales quieren ser como la física e intentan eliminar los valores y los juicios de valor de su discurso. Y si, como es el caso de la economía, podemos enmascarar nuestro discurso con un aparato matemático o modelo que llaman ellos, pues mejor. Y así queda eliminado el hombre de la ciencia económica. Segundo error. Hay que volver a la naturaleza "Economía y entropía" y al hombre, no hay decisión económica sin un juicio ético previo.

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Qué le vamos a hacer. A mis hijos, pequeños todavía,  les leemos y les gusta, pero no apuesto nada porque en el futuro sean grandes lectores. Casi treinta años en la enseñanza me han hecho demasiado escéptico. Cada vez considero más seriamente que lo de la lectura es una cuestión de élite. Es una cuestión estética que requiere, por su puesto, educación, pero que si no se tiene la facultad de la sensibilidad pues nuestro gozo en un pozo. Como se suele decir, “lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”. Por mucho que se empeñen los psicopedagogos. Tampoco la lectura literaria nos hace mejores necesariamente, amplifica nuestra sensibilidad, eso sí, pero la virtud no es sólo aprendida, sino ejercitada. Pero sí nos hace más felices y más humanos porque la lectura nos hace utilizar nuestras facultades cognitivas y de la sensibilidad, ética y estéticas superiores.

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                Pues esa sensibilidad es la guía. Y sí, es verdad, hay mucho que leer, pero yo creo que podemos encontrar la sabiduría en la meditación de unos pocos libros. Curiosamente ahora me estoy leyendo un libro de recopilación de escritos de tres estoicos: Epicteto, Séneca y Marco Aurelio. Para qué necesita uno más. También tengo previsto releer a Ciorán. El mismo Ciorán es el fin de la lectura filosófica, aunque él fue un voraz lector, pero un escéptico. Ahora bien, si buscamos conocimientos, que no es lo mismo, mil vidas no nos son suficientes, además de que eso nos produce desasosiego. Pero también podemos buscar deleite. Deleite y placer que nos hace la vida más feliz y, en algunas circunstancias, soportable, precisamente porque cultivamos esa sensibilidad. La lectura es la conversación de la humanidad. Y lo importante es la buena conversación, el diálogo común y no la cháchara. Y esa conversación de la humanidad es la que pone en contacto a la comunidad de lectores y escritores de toda la historia en busca de la verdad, la belleza y el bien.

 

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