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Filosofía desde la trinchera

La discrepancia y la disidencia como fundamento del diálogo, la democracia y el respeto al otro. Todo ello ha sido anulado de nuestras democracias de ahí su precaria existencia. En su lugar se ha establecido el relativismo de las opiniones o la equivalencia de las mismas y de esta manera se ha anulado al verdadero saber y se ha creado la apariencia de la libertad de expresión. Y el pueblo, creyéndose libre por poder opinar de todo y que sus opiniones sean respetadas, por principio, se ha convertido en esclavo de sus propias opiniones y de sus creencias. Y, de esta manera, el poder los conduce, cual rebaño obediente, hacia donde a él le interesa. Mientras, el disidente, es convertido en un paria, un inadaptado. Pero mientras sigan existiendo estos parias y unos finos hilos de comunicación con la sociedad, todavía habrá esperanza.

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