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Filosofía desde la trinchera

La felicidad es la culminación del conocimiento de uno mismo y de la naturaleza. Conocimiento de uno mismo que es el de nuestros afectos y tal conocimiento nos lleva a su dominio según la razón. Y en ello consiste la virtud. Pero cuando se alcanza la virtud, se es sabio (alegría o contento del ánimo) Pero es que además hemos alcanzado la libertad. Porque la libertad es vivir conforme a la razón que no es más, ni menos, que el dominio de las emociones y sentimientos (afectos, en el lenguaje de Spinoza). Pero todo ello requiere un tremendo esfuerzo. ¿Quién ha dicho que ser sabio esté al alcance de la mano? ¿Quién conoce a un sabio: hombre feliz, libre y digno? Todo lo contrario de lo que se nos promete desde las nuevas pedagogías y ahora desde esa falsa teoría, un mito, del buen salvaje. Del niño bueno pervertido por la sociedad. No, y mil veces no. Esto no es más que patrañas del poder transmitidas por una falsa ciencia, la pedagogía y por el mito cientificista, que una vez introducidas en la educación por la vía de la educación emocional y en “Valores” lo que genera es adaptabilidad, flexibilidad, sumisión al sistema y empleabilidad. En definitiva: ignorancia y servidumbre. El plan lleva en marcha más de cuarenta años.

Y concluye la Ética de Spinoza con el siguiente escolio.

“Escolio. Con esto concluyo todo lo que quería mostrar acerca del poder del alma sobre los afectos y la libertad del alma. En virtud de ello, es evidente cuánto vale el sabio, y cuánto más poderoso es que el ignaro, que actúa sólo movido por la concupiscencia. Pues el ignorante, aparte de ser zarandeado de muchos modos por las causas exteriores y de no poseer jamás el verdadero contento del ánimo, vive, además, casi inconsciente de sí mismo, de dios y de las cosas, y, tan pronto como deja de padecer, deja también de ser. El sabio, por el contrario, considerado en cuanto tal, apenas experimenta conmociones del ánimo, sino que, consciente de sí mismo, de dios y de las cosas con arreglo a una cierta necesidad eterna, nunca deja de ser, sino que siempre posee el verdadero contento del ánimo. Si la vía que, según he mostrado, conduce a ese logro parece muy ardua, es posible hallarla, sin embargo. Y arduo, ciertamente, debe ser lo que tan raramente se encuentra. En efecto: si la salvación (léase: felicidad, virtud, libertad) estuviera al alcance de la mano y pudiera conseguirse sin ningún trabajo cómo podría suceder que casi todos la desdeñen? Pero todo lo excelso es tan difícil como raro.” op. cit. 392 El paréntesis es mío.

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