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Filosofía desde la trinchera

El relativismo dice que cada uno tiene su verdad, por tanto todas las verdades son iguales y equivalentes. Cada uno tiene su verdad. Entonces no hay verdad o todo es verdad y la que hay es la que se impone por la fuerza. Que es lo que ocurre ahora mismo. El poderoso tiene la verdad porque es poderoso, no porque tenga razón. El escepticismo es la búsqueda de la verdad con minúsculas, porque el escéptico reconoce que toda: verdad, bien, belleza y justicia son provisionales; no relativos ni subjetivos.
El escepticismo es un modo de ver el mundo y de vivir en el que hay una unión entre la teoría y la praxis. El relativismo es el nudo filosófico de la crisis actual. No hay democracia porque el pueblo no tiene el poder, sino que los poderosos se han hecho con la razón e imponen las leyes que nos gobiernan y no porque tengan razón, sino porque tienen poder. Ésta es la tremenda y terrible consecuencia del relativismo. Por eso nunca se puede decir que las opiniones son respetables. Lo respetable son las personas. Si decimos que las opiniones son respetables caemos en el relativismo. Es la confusión entra la libertad de expresión y el relativismo. Pero éste es la ideología del poder para seguir manteniendo el poder que es el que le permite actuar independientemente de la verdad. Mientras, el ciudadano se cree libre porque puede pensar lo que quiera. Pues ni es libre, porque piensa lo que le dicen que piense y, no es libre, porque no puede actuar. Es el poder, con su fuerza, el único que actúa. El pueblo obedece sumiso e ignorante. Para salir de esta situación hay que desenmascarar al poder y recuperar la fuerza o el poder que se le ha arrebatado a los ciudadanos. Y ésta es la misión de la fundación de una república.

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