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Filosofía desde la trinchera

Reseña en el periódico Hoy de Extremadura de mi último libro. Por el Catedrático de filosofía y académico D. Manuel Pecellín Lancharro. Muchas gracias y es todo un honor para mí.
PENSAMIENTO CRÍTICO

Según declara en su tremendo Ecce homo el siempre provocador Nietzsche, los escépticos son "los únicos filósofos honorables". No es raro que Viñuela (n. Villafranca de los Barros, 1963), cuya reivindicación de la actividad y enseñanzas filosóficas continúa indefectible, apele a la escuela helenista encabezada por Pirrón de Elis (360-270 a.C.) a la hora de titular este nuevo libro. Como en otros anteriores, recopila aquí materiales múltiples: aforismos, discursos, comentarios sobre acontecimientos de actualidad (insurrección popular en Egipto, derogación de la doctrina Parot, aprobación de la LOMCE, vallas de Ceuta y Melilla, repudios de la "casta", cuantificaciones de la crisis, recortes en sanidad o educación), reseñas bibliográficas, "diálogos" con diferentes pensadores, vivos o difuntos (Camus, Cioran, Savater, Chomsky, Zizek, L. Boff, M. Sacristán, entre los contemporáneos), reflexiones y debates, casi todos difundidos anteriormente en la página web filosofíadesdelatrinchera.blogia.com.
Pronto percibe el lector que estamos ante un escéptico muy especial, alguien cuyo autorretrato ideológico dice así: "Cada día me escoro más hacia los ilustrados radicales, los verdaderos ilustrados: materialistas, ateos, laicos, anticlericales, defensores de la razón contra toda superstición, demócratas y defensores a ultranza de la igualdad, la libertad y la fraternidad, no sucedáneos" (pág. 68). He aquí toda una declaración de principios epistemológicos y éticos (non son los únicos que propone), para cuya defensa insta a las posturas más radicales, incluida la insubordinación civil.
Según la etimología griega de la palabra, que Ortega y Gasset recordó tan oportunamente, el escéptico es un "buscador", vale decir, quien desconfía por principio de las tesis asentadas, los dogmas, las aserciones rotundas, y presenta enfoques distintos, nuevas perspectivas, planteamientos innovadores, convencido de que la realidad, tan poliédrica, y la capacidad cognoscitiva del hombre, tan limitada, invalidan los enunciados apodícticos, las proposiciones indiscutibles.
Viñuela, que conoce bien la refutación del escepticismo o, si se quiere, la disolución del problema escéptico realizada por Wittgenstein (véase la obra de éste Sobre la certeza), coincide con el austríaco en el interés por el lenguaje. El extremeño desconfía, con muy buenas razones, del que utiliza el Poder (económico, político, científico, religioso y de cualquier género) para mantener a las personas en una, casi siempre culpable, permanente minoría de edad, por decirlo con palabras de Kant. De ahí sus esfuerzos por deconstruir tantos discursos, palabrería si se quiere, bien habituales en los medios, la academia, el púlpito, la tribuna, las aulas, el ágora e incluso las barricadas.
No obstante, quien se dice escéptico esperanzado y antirelativista rotundo, no oculta su convencimiento sobre determinada cuestiones, reiteradamente recordadas con énfasis:
-No admite la separación entre ética y política.
-Esta segunda se hace en la calle (dada la corrupción del sistema de partidos).
-La filosofía debe tener puesto relevante en al enseñanza de nuestros jóvenes.
-El capitalismo es hoy un sistema en quiebra irrecuperable.
-Es imposible el crecimiento ilimitado.
-El pensamiento utópico se traduce siempre en tiranía.
-La historia carece de sentido intrínseco y determinado.
-Abandonar la teología y volver a los evangelios pude ser muy positivo.
-España no tuvo parte en la verdadera Ilustración.
-La tríada libertad igualdad y fraternidad constituyen la base de la moralidad.
-El régimen franquista estuvo viciado desde sus orígenes.
-Las urnas no constituyen per se ninguna garantía democrática.
-Corremos inminente peligro de retroceder hasta una nueva Edad Media.
-Solamente la isegoría (libertad de expresión), la autonomía y la isonomía (igualdad ante la ley) son los avales de la auténtica democracia (gobierno del pueblo).

Fragmentaria en su construcción, con lenguaje apasionado, reiterativa y coloquial en ocasiones, bien argumentada siempre, la obra del Dr. Viñuela confirma que los filósofos no deberían ser jamás considerados especie en extinción: contribuyen como pocos a mantener la conciencia vigilante, allí donde Machado situaba la cultura.

Juan Pedro Viñuela Rodríguez, Reflexiones de un escéptico. Villafranca de los Barros, autoedición, 2014.

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