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Filosofía desde la trinchera

Los límites de la razón ilustrada.

En primer lugar hay una crítica por parte de la escuela de Frankfurt (Adorno y Horkeimer) el último aún vivo es Habermas con el que coincido bastante y, además, ha escrito sobre religión últimamente, que consiste en considerar que la razón ilustrada ha fracasado porque es la razón instrumental. Es decir la razón que ha servido para instrumentalizar al hombre y eso ha dado lugar a los absolutismos, totalitarismo políticos y al cientificismo. Nada que objetar, salvo que eso no es la razón ilustrada. Eso es lo que yo he llamado la perversión de la razón ilustrada, que tiene lugar en el siglo XIX con el nacimiento de las ciencias contemporáneas, la revolución industrial, la tecnología y el poder sobre la naturaleza que se retroalimenta de la ciencia y su progresivo desarrollo, de la idea de progreso, que no es tal, sino un mito cristiano de la histotria como historia de la salvación del hombre y la humanidad, del surgimiento de los nacionalismos, de las nuevas teorías políticas como el marxismo y del desarrollo de la economía como algo independiente del hombre y de la naturaleza (hasta finales del siglo XIX la economía era una rama de la filosofía moral) Todo esto nos lleva al comienzo del siglo  XX y su gran desarrollo hasta la crisis del 29 que culmina y se resuelve con la segunda guerra mundial. La creencia en una razón absoluta que resuelve todos los problemas, científicos y morales es una religión y una perversión de la verdadera razón ilustrada. La primera, ciertamente es una razón totalizadora e instrumentaliza, considera al hombre y a la sociedad como objetos, no sujetos y nos lleva unida a los otros factores que te he dicho al tremendo siglo XX.

Pero el proyecto ilustrado no es ese. Y, además, es un proyecto inacabado. Te advierto que soy de los pocos filósofos que piensan esto. Casi todos han caido, de una u otra forma en el posmodernismo tras la crítica a la ilustración de la escuela de frankfurt, el mayo del 68 y su “fracaso”, la caida del muro de Berlín y el “supuesto” fin de la izquierda y el triunfo final de las democracias liberales y del capitalismo. Pero desde hace unos años para acá parece que filósofos, sociólogos, antropólogos… se van dando cuenta de esto, pero para ello ha hecho falta que lleguemos a la situación mundial desde hace una década para acá. La ilustración es un proyecto inacabado y la razón ilustrada nace con sus propios límites, que son los que Kant le pone. Y de esa razón, que es la que ha descubierto la dignidad humana y al hombre en tanto que sujeto pues no puede salir el totalitarismo. Es, por naturaleza, limitada y autocrítica. Y esta razón es el instrumento para luchar contra la superstición que es el arma que tiene todo poder totalitario. Y no es una razón separada de los afectos. Ya lo vemos en Hume que nos advierte de que no hay razón sin pasión, ni pasión sin razón. Y en la Ética de Spinoza. Filósofo fundamental que es la puerta hacia la Ilustración. De modo que la Ilustración no es que no esté muerta, sino que es un gran proyecto, que además empieza en el Renacimiento, inacabado, de cuyos fracasos, sus perversiones, hemos aprendido mucho, y debemos continuar sumando lo nuevo que hemos aprendido sobre la razón y los afectos y su vinculación.

En segundo lugar está la crítica a la religión y la sátira. A uno le puede hacer más o menos gracia esta crítica, pero es sólo posible cuando hemos eliminado las superstición y el poder que la sostiene que nos tiene oprimidos y obligados a pensar de una única manera, ya sea política, religiosa o científicamente. La razón ilustrada es liberadora. Y la ironía y la sátira son instrumentos de la razón para liberarnos porque nos permiten vernos desde fuera, sin absolutismos. No confundir mi verdad particular con la verdad absoluta. Es más, la crítica de la razón ilustrada es necesaria porque desenmascara los mitos, las opiniones infundadas y las creencias. Ahora bien, la ilustración reduce a las religiones al ámbito de lo particular, y mientras que no participen de la razón no tienen oportunidad de participar del diálogo en la comunidad, porque parten de la superstición y el fanatismo. Ahora bien, si la religión plantea un discurso racional, como dice Habermas últimamente, como es el caso de la teología de la liberación o del budismo al estilo del actual Dalai Lama, pues pueden participar en esa “comunidad de hablantes”, como dice Habermas, que es la que hace posible el dialogo racional y crítico.

Es buena la sátira, como he dicho antes, pero cuando está dirigida a la religión como un todo. No dirigida a un individuo, eso es no respetar al individuo. Pero conviene hacer ver al individuo que está en un error. Lo que sucede es que el creyente no creerá nunca estar en un error, es más, si insistes, ya con argumentos, ya con ironía y no te digo nada con sarcasmos, pues despertarás su ira. Porque el creyente confunde su ser con sus creencias porque carece de ideas. Ya lo decía Ortega: “En las creencias se está, las ideas se tienen”. De ahí que el respeto viene del que es racional y del creyente que asume su creencia como algo privado. Pero esto último ocurre porque no tiene poder. Si hay poder las creencias tratan de imponerse, porque esa es su naturaleza. A la misma razón ilustrada le ocurrió y así lo vio la escuela de Frankfurt.

Por último, quizás todo venga del patriarcado o mejor de un nuevo orden de producción que emerge en el neolítico del que el patriarcado es una ideología que lo sustenta hasta la fecha. Claro, si no hibiésemos saltado al neolítico, sin posibilidad de vuelta atrás, pues estaríamos en sociedades matriarcales que han producido menor dualismo y menor sufrimiento. Nos basaríamos más en el cuerpo, los deseos, el placer, la comunidad con todo lo vivo, pues sí. Pero de eso se trata cuando yo hablo de la conquista de un nuevo paradigma, el ecosocialismo del que formaría parte el matriarcado.

 

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