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Filosofía desde la trinchera

Claro, dios, la naturaleza, el universo son armonía. El odio, la venganza, todas las emociones negativas son procedencia de nuestra proyección en el otro. El mal y el bien lo inventamos nosotros, nuestro ego, como éste no existe, tampoco existe el mal y el bien. El primer paso es la compasión y la autocompasión que te ayudan a desprenderte del yo, pero, en realidad es que si lo que existe es la unidad, no hay lo particular, no hay el mal, porque no hay opuesto. Eso es la no dualidad. Ahora aplícalo a lo concreto. Ahí reside el problema y las resistencias. Hay que disfrutar de las manifestaciones armónicas y pacíficas del universo, pero no son totalmente reales, lo real está aún más allá y es El Uno, el Yo Soy, el Ser. Por eso la actitud en este mundo de apariencias es la de la paz. Hay que transmitir la paz a nuestro alrededor. Y eso exige de una mente en calma, sin deseos, ni pasiones. Una mente que esté y contemple.

Claro, de todas formas el Ho-oponopono coincide más con lo que tú dices. Es que el curso de milagros es radical e inapelable. El cuerpo está ahí, lo "real" está ahí, lo que sucede es que no tiene significado, ni sentido, para el que lo ha trascendido, no significan nada. Eso no quiere decir que no "estén ahí" como manifestación incorrecta del ego. Dá miedo las últimas consecuencias del pensamiento místico. Pero sólo hay Amor o miedo. Sí seguimos al miedo seguimos al engaño. El miedo es también apego a los deseos, porque también hay alegría en lo aparente. Se producen tremendas resistencias.

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jaja, ya te estás "rayando" como dicen mis alumnos cuando les hablo del mundo externo, de las pruebas de la verdad, del escepticismo…

No, no se trata de vaciarse del todo como un “místico total”, es que es lo que dice la mecánica cuántica. Y, la neurofisiología, de otra manera, todo está en el cerebro. De lo que se trata es de saber y ser. Ese es el principio de la filosofía aplicada. Ahora bien, a pesar de ello, nosotros llevamos una vida normal y corriente, pero sí sabemos esto, pues deja de tener importancia y de afectarnos nuestro yo y el mundo y, encima, si te dedicas a tu perfeccionamiento interior ayudas más a los demás. La paz se contagia y hace feliz. El miedo que genera todos los vicios hace infeliz. A pesar de conocer que la realidad no es la realidad, sino apariencias o maya, pues vivimos en ella, entonces nos la tomamos como un juego. Esa es la inocencia. La transformación del león en niño, que decía Nietzsche. Y, en la inocencia, no hay tiempo, se vive el instante.

Las teorías científicas son hipótesis, más o menos acertadas, de cómo puede ser el universo. La moderna teoría de cuerdas habla de un universo de once dimensiones, nosotros sólo conocemos cuatro, imagina qué curioso. Nunca podremos imaginar ningún humano ese universo. Sólo unas cuántas mentes matemáticamente privilegiadas son capaces de pensarlo matemáticamente. Pensarlo, no visualizarlo. Pero, es curioso, en los estados alterados de conciencia, como en algunos sueños, podemos visualizar cosas que no podemos pensar.

Todo esto viene de dos cosas que están ligadas. La primera es que no hago más que reflexionar para buscar un fundamento al libro de milagros. Y, me parece que se lo he encontrado: la mecánica cuántica. Otra es una meditación que hice ayer en la que, si tienes suerte y alcanzas una gran relajación y consigues un estado alterado de conciencia pues aprendes un montón de cosas intuitivamente. Como los chamanes que se meten de todo para ponerse en contacto con los espíritus, jaja. Pues bien, se trataba de ponerte en contacto con la unidad del cosmos a través de los “Espíritus de luz”, los “ángeles”, lo que sea, tu “yo superior” o tu “espíritu”, da igual, eso es todo cultural y nominal y sirven como guía de la meditación. El caso es que cuando supuestamente llegas guiado por aquel al que has elegido al lugar donde se te va a mostrar lo que sea. El que lleva la meditación te deja con tu guía para que te “muestre”. Es aquí donde alcanzas el máximo estado de conciencia alterada. Yo contemplé, varias cosas y una de ellas era cómo las fronteras de mi cuerpo (vistas desde la mecánica cuántica) se difuminaban en el universo, sin dejar de ser consciente, pero, más aún; imagina la conciencia de plenitud que puede tener uno al sentir en sí mismo todo el universo. Ya digo, esto es todo un estado alterado de conciencia, es una vivencia que no se puede describir. A la que podemos llegar por la meditación o por las drogas. Por cierto. Está meditación estaba ayudada por música binaural que altera las ondas neuronales facilitando la relajación profunda. Y ahora caigo, una de las cosas que aprendí fue cómo entender el curso de milagros. Porque la meditación la hice anoche y la interpretación se me ha ocurrido ahora.

En conclusión, jaja, seguimos sin intentar atravesar las puertas, pero sabemos que no hay que ser un fantasma y que, probablemente, otra dimensión, de las once, nos lo permitiría. Que con el cuerpo hay que convivir, pero que a las emociones no hay que hacerles caso, igual que vienen se van y proceden todas del miedo, excepto el Amor, que es, en última instancia, la fuerza de la unidad, la unión de la apariencia de los opuestos. Esto parece algo increíble, pero es tan increíble como que un gusano entienda las meninas de Velázquez, o la teoría de la evolución. Imagina un ser inteligente que sea capaz de captar en las once dimensiones de la teoría de cuerdas y que en lugar de pensar con doce conceptos como nosotros piense con cincuenta. No podríamos entenderlo jamás. Pues eso es lo que nos permite el cerebro cuando lo utilizamos, como en la meditación, y no cuando razonamos o seguimos nuestros estrechos cinco sentidos. ¿O la realidad se reduce a los cinco sentidos? No. Pues lo mismo ocurre con la razón. Vaya rollo que me he marcado hoy. Jaja.

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