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Filosofía desde la trinchera

            Esa dinámica que existe entre lo público y lo privado y que al sistema neoliberal le viene de perlas para dinamitar el ámbito de lo público, refleja la crisis de actitudes de los ciudadanos frente al estado de bienestar. Es increíble que se suela, en España, me refiero, apostar por lo privado, en detrimento de lo público. Eso es echar piedras sobre nuestro propio tejado. El estado social ha sido una construcción de siglos, construcción que no ha sido terminada y ya la queremos bombardear. Es una de las mayores conquistas de la humanidad para poder realizar los derechos humanos, la justicia, en general. Pero nuestra actitud individualista, nuestra inconsciencia histórica y conceptual, nos llevan a arremeter contra uno de nuestros mayores privilegios, el estado de bienestar. En especial, la sanidad y la educación. Curiosamente, creo que ha sido el partido de la izquierda con posibilidad de gobierno, el PSOE, una pseudoizquierda débil y pacata, ha sido la que más ha aportado a la empresa privada, sanidad y escuela privada. Tampoco estamos, ni somos conscientes del papel de médicos y profesores en tanto que funcionarios públicos, cuya misión es, precisamente, defender y desarrollar dos derechos básicos del ciudadano. Pero, claro, si la actitud general del ciudadano es la de rechazo de lo público, en realidad una ignorancia,  lo que se está favoreciendo con su actitud es el triunfo del libre mercado. Lógicamente, la actitud psicológica es la de no apreciar lo que se tiene, porque no se sabe lo que ha costado. En lugar de tirar piedras contra el estado de bienestar la misión del ciudadano justo debe ser la de hacer que se profundice en él; es decir, que se llegue a su pleno desarrollo. El estado de bienestar no anula el capitalismo, lo regula. El neoliberalismo, por el contrario, si anula el estado (el ámbito de la regulación politico-legal) por eso crea desigualdad. Pero para conservar el estado de bienestar y profundizar en él hace falta una izquierda política más fuerte, que no se deje arrastrar por las circunstancias, un ciudadano más comprometido, más informado y menos individualista y una lucha decidida por la igualdad. Es mucho el camino que queda por recorrer, y mucho del que habíamos recorrido lo hemos perdido en estos últimos cuarenta años de pensamiento hegemónico neoliberal. Una auténtica lástima.

 

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