Blogia
Filosofía desde la trinchera

La ciencia emociona, pero para ello debe ser compartida. Comprender la realidad es la mayor pasión a la que puede llegar el hombre. Lo que pasa es que hay muchas miradas, no excluyentes, sobre la realidad. Las dos culturas, la humanística y la científica no se excluyen, eso es sólo una cuestión burocrática que, al final, daña nuestro entendimiento.

 

                                   ***

 

            Y ese sistema de educación clásico, transformado, después de la revolución científica, duró hasta nuestros días, mediados de siglo, más o menos. La diferencia entre la cultura de ciencias y de letras es burocrática. Hay un mito sobre los que son de ciencias y de letras. Es cierto que a uno le pueden interesar ciertas cuestiones más que otras. Pero no hay un cerebro dividido entre las humanidades y las ciencias. Es cuestión de formación. Tanto los humanistas y los científicos, desde mediados de siglo para acá, se han perdido mucho los unos de los otros por culpa de esta diferenciación burocrática y este mito epistémico. El conocimiento es uno y universal y el acceso a él también. Es la especialización científica debido al progreso acumulativo del conocimiento tecnocientífico, por un lado, y el triunfo de la sociedad de valores tecnológicos por otro, el que abre esta brecha absurda. Los grandes físicos del principio del XX a los que yo más he estudiado eran excelentes humanistas. Ahora bien, su formación era la educación liberal que tenía como objeto la formación en la libertad y la ciudadanía. La educación para formar personas y el conocimiento científico como conocimiento teórico de la naturaleza que nos libra de la superstición. Ahí tenemos a un Einstein que en sus ratos libres traducía del griego a Platón, a Popper, maestro de escuela, catedrático de física y matemática de instituto, violinista y uno de los máximos filósofos de la ciencia y de la teoría política del siglo XX. Bertrand Russell, matemático, educador y humanista, Schrödinger, Hesenberg, Bohr, un sin fin de nombres. Hoy en día la educación ya ni siquiera divide entre ciencias  y humanidades, división absurda, como digo, sino que intenta formar individuos perfectamente adaptables al sistema laboral. Por eso, las ciencias puras y las humanidades desaparecen de nuestro horizonte. La educación es la de las competencias. Es decir, la transformación de las personas en instrumentos.

0 comentarios