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Filosofía desde la trinchera

Ya sabes que soy un ateo militante. Pero mi primera formación religiosa se la debo a los jesuitas. Fue una formación profunda y exquisita. Con nueve años ya me enseñaron una lectura metafórica y simbólica de la Biblia. Antes de los catorce habíamos leído los evangelios varias veces. Los jesuitas con los que traté eran hombres cultos e inteligentes a la vez. Creo que, mucho, o parte de mi ateismo actual, procede de ellos, y no, precisamente como reacción, sino como forma de enfrentarme críticamente a la religión y el hecho religioso.

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