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Filosofía desde la trinchera

El déficit democrático en España es escandaloso. El hecho de que, desde la transición siempre se haya hecho así, lo ha convertido en normal. Me refiero a la disciplina de voto en los partidos. Se nos dice que los diputados son libres pero tienen que obedecer al partido. Se nos engaña haciéndonos pensar que la obediencia de voto hace posible la gobernabilidad. Todo esto es falso y una rémora de una transición que se nos muestra míticamente como ejemplar. La transición fue la que fue y como fue. No debemos mitificarla, sino superarla en muchas de sus deficiencias, sin tirar por la borda sus conquistas. Pero uno de los grandes fallos es la disciplina de voto de los partidos. En realidad, ésta, lo que produce es una aniquilación del debate y de las ideas. Los partidos, como representantes de la ciudadanía, funcionan como máquinas de poder y de eliminación de la disidencia. Es necesario y urgente una reforma de los partidos si queremos recuperar algo de democracia en España. La obediencia de voto en los partidos es una burla a los ciudadanos. No deberíamos votar a partidos antidemócratas, que los son todos por la disciplina de voto, deberíamos exigir la discusión crítica de ideas. En España, una vez elegido al partido de gobierno, se disuelve la diferencia entre el ejecutivo y el legislativo. El partido en el poder, por disciplina de voto, siempre votará lo que el ejecutivo proponga. Por tanto, no hay ningún sistema de control del poder. Esto es lamentable, máxime, cuando lo aceptamos como algo normal. Y éste es el engaño, pensar que la única democracia posible es la que tenemos. ¡A lo mejor es que a los ciudadanos no nos interesa una democracia más participativa!

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