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Filosofía desde la trinchera

De acuerdo con casi todo, salvo con el temor que tú anuncias de la gente, hablo de occidente, a ese dios omnipotente. ¡Qué va! Creo que no. La gente teme a la pérdida de su seguridad, de su posibilidad de consumo, a la marginación. Otros dioses han ocupado su lugar. Temen a la muerte, eso sí, pero no al sufrimiento después de la muerte, si no a no poder seguir existiendo. El dios tradicional no ocupa ningún lugar. Éste ha sido sustituido por el dios de la tecnociencia, el mercado, la economía, la moda, el consumo, los ídolos que se sustituyen unos a otros como quimeras… Hemos perdido mucho con la muerte de las religiones tradicionales. Su gran mensaje ético, la capacidad de entrega y de abnegación, la empatía de la que tú hablas, cuyo fruto laico será el valor de la fraternidad. Pero somos seres cuya estructura, por origen evolutivo, es religiosa, por eso seguimos creyendo, aunque sea en el último modelo de telefonía móvil. O en la quimera de que las nuevas tecnologías de la información son el remedio de la enseñanza y el comienzo de la sociedad feliz. Patrañas, comparado con las religiones del libro. Por otro lado, la ignorancia supina que sobre las religiones tradicionales hay hoy en día, fundamentalmente en la juventud, unido a su mentalidad mítica es algo que asusta. En definitiva todo ello hace del joven un individuo infinitamente maleable. Es como plastilina en manos de los diferentes poderes. Es un ser sin principios y sin fines. Prefiero un buen creyente, con principios, pero sin fanatismos. Alguien con contenido, que aporte y diga algo. No un ser instalado en la nada…

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