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Filosofía desde la trinchera

Excelente artículo. Estoy absolutamente de acuerdo con él. El problema es que donde dice universidad, podría decir enseñanza secundaria. Y lo llevamos padeciendo veinte años. Absolutamente olvidados, sobre todo por los que, quizás, podrían haber influido, los profesores universitarios. Ustedes están en el principio del camino, nosotros ya no sé ni dónde estamos, si al borde del precipicio, o cayendo. Aunque no lo sé, porque cada día descubro inventos nuevos de estos políticos y pedagogos y profesorado sumiso, obediente y trepa. El mal se ha generalizado. Había que destrozar la enseñanza porque lo que se perseguía era la servidumbre, la anulación del ciudadano. Y ahora le ha tocado a la universidad, pero el plan Bolonía es de hace años, aunque haya empezado a funcionar ahora. Ha pasado aquí como pasó en la LOGSE, el personal no se dio cuenta hasta que el crimen fue consumado, y los que se dieron cuenta fueron pocos y distantes y con poca capacidad de maniobra. Sólo nos ha quedado, en muchos casos, la desobediencia civil, y exigir nuestra libertad de cátedra que ha sido pisoteada, lo que nos ha costado nuestro dinero, y algún que otro disgusto con la dirección, o, en el peor de los casos, con la inspección. Como lo que se pretendía era la sumisión; es decir, eliminar la democracia lo que había que hacer era domesticar; y, después de los medios de comunicación, el instrumento que el estado utiliza para la domesticación es el sistema educativo. Pero no sólo se trata de domesticar a los alumnos, futuros pseudociudadanos, sino, como apuntas, al profesorado también, que es capaz de venderse por un plato de lentejas. El plan se lleva urdiendo desde hace cuarenta años, y es el neoliberalismo, aunque en este término quepan muchas cosas contradictorias, y el pensamiento único, que en nombre de la libertad y la igualdad nos ha hecho perder el ser libres y nuestra excelencia. Es decir, que nos adentramos en un fascismo enmascarado de democracia en el que respiramos una droga, el soma, por los medios de comunicación de formación de la conciencia de masas, que nos mantiene alegres y contentos, pero inconscientes. El crimen ha sido perpetrado, sólo hay que esperar las consecuencias. Pero, los reductos de resistencia todavía existen, por ello, la esperanza aún llamea, aunque débilmente.

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