Antonio, es que exiges mucho. Sí, es el vicio del filósofo, también del desencantado. Y la juventud tiene motivos para estarlo. Pero ahora no es momentos de análisis intelectuales. Hay un punto claro, la lucha contra un sistema en el que ha habido una connivencia entre el poder político y económico que ha entrado en crisis y nos lleva a la miseria. A muchos ya los ha llevado, pero todo puede ir a peor, como señala Fernández Durán. La rabia, la indignación son síntomas de lucidez moral, la inteligencia no es sólo analítica. Está claro que luego hay que canalizarlas. En cuanto a las propuestas, pues los hay que piensan todo lo contrario que tu, que están demasiado cargadas de ideología, es decir, que son muy concretas, esto es, que manifiestan formas concretas de entender la sociedad. Yo creo que en lo que hay que fijarse es en que hay un malestar contra el sistema y que los políticos son los que están en la primera línea de crítica. Creo que los políticos no nos representan, porque representan sólo al poder del partido. Por eso vivimos en dictaduras enmascaradas de democracia gracias a nuestra servidumbre voluntaria. Ver un acto de libertad, nacido de la indignación como éste es catártico. Y ver a los políticos temblar, no saber qué hacer, da risa. Sabes que soy un escéptico, pero confío en la capacidad de superación. Épocas peores se han pasado. Por otro lado, hay que tener cuidado con las revoluciones, sustituyen a unos tiranos por otros. Pero el inicio del cambio surge de la indignación, pero no la privada, sino la que se hace clamor público.
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