"El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices". Nietzsche.
Se calculan 200 millones de muertos por guerras en el siglo XX: el siglo en el que la muerte se convierte en exterminio y genocidio. También a partir de la Gran Guerra hay más muertos civiles que soldados. Es un horror. Es el siglo de la neocolonización. Se desarrollan los países occidentales a costa de las antiguas colonias. Eso sí, después de la experiencia de la segunda guerra mundial surgen los derechos humanos y se consolidan las democracias. Y, cosa importante, la ciudadanía, que no los poderosos, llegamos a entender que la violencia es la peor forma de resolver los problemas. El crecimiento económico no sólo se hace a costa de las colonias y sus habitantes, sino de los recursos naturales llegándose a una situación de posible colapso civilizatorio, a menos que pongamos remedio. Los derechos humanos se cumplen arbitrariamente, aunque son un gran invento, se aplican dependiendo del voto del consejo de seguridad y su poder de veto. El capitalismo se extiende hasta convertirlo todo en mercancía, incluido el propio hombre. La historia de la humanidad no es como para estar orgulloso de la especie. Ahora mismo tenemos unos sesenta conflictos armados. Los avances médicos están en manos de unas cuantas multinacionales que se enriquecen a costa de la salud. Muchos de los medicamentos, simplemente, matan. Se investiga en lo que le interesa a las multinacionales, no a la salud mundial. El gran descubrimiento de los antibióticos nos ha puesto en guerra contra las bacterias. Cierto que éste ha sido el gran avance de la medicina en lo que se refiere a salvar vidas. Lo malo es que la guerra con las bacterias es muy peligrosa. Ellas las han ganado todas. No obstante, esperemos que ésta no. Es la guerra entre la evolución biológica (la de las bacterias) y la cultural (el hombre). Si el hombre desaparece a la naturaleza no le importará. La sexta extinción, que es la mayor de todas, es de origen antropogénico y ha tenido lugar en el siglo XX. Pero ha habido otras grandes extinciones antropogénicas, aunque locales. La primera cuando el hombre llega a Australia, la segunda, cuando llega hace unas 30 mil años a América y la tercera, la actual.
En fin, que nosotros que somos unos privilegiados pues podemos disfrutar, pero también, como dice el jesuita Jon Sobrino: “Fuera de los pobres no hay salvación” es un título de uno de sus libros. La iglesia dice: “Fuera de la iglesia no hay salvación”. Pero Jon Sobrino, teólogo de la liberación, entiende la situación de pobreza como una injusticia social. La caridad cristiana está muy bien, pero, primero hay que luchar contra la injusticia social. Cada uno a su modo y desde su lugar. Es imposible pedirle a nadie que sea un héroe. Hay razones para ser pesimista, pero el pesimismo y el optimismo es cuestión bioquímica.
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