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Filosofía desde la trinchera

El problema de los viejos es que no han cultivado su vida, por lo general. Y quedan aparcados en la soledad. Y ésta impide los vínculos con el mundo y con su propia identidad. La música es una de las constantes universales que les ha hecho vivir y sentir en su vida. Volver a escucharla de viejos es una unión con tu propia identidad. Un recuerdo de tu vida, recuperar tu memoria, los momentos felices y los tristes, pero que son tuyos. Evidentemente que es una terapia. Si en nuestra vida adulta nos preparamos para la vejez y la muerte, que no es más que prepararse para vivir, cultivaremos todo aquello que en la vejez podamos rememorar. De tal forma que tengamos recurso para mantener nuestra identidad y la alegría de vivir, simplemente por volver a escuchar una canción, o leer un poema, o ver una puesta de sol, recordar una teoría científica y su recorrido histórico…Los placeres de la inteligencia son los más duraderos. El cultivo de la inteligencia y de los sentimientos, la compasión, son los que nos hacen humanos, dignos y felices.

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Antes de comenzar el día y ver las falsas portadas de los periódicos, las apariencias con las que el poder nos engaña. Antes de leer los artículos de opinión de los pseudointelectuales que adoctrinan al pueblo por un plato de lentejas. Antes de ver a tanto corrupto encorbatado, antes de ver las guerras evitables en las que sólo mueren civiles. Antes de ver los falsos apretones de manos de los mandatarios del mundo, antes de ver que la banca nunca pierde, que la clase media desaparece y se disuelve en precariado, que la desigualdad aumenta, que el planeta se calienta sin remedio  porque los poderosos no quieren y nos engañan con el reciclaje haciéndonos responsables a nosotros de su ineficencia y egoísmo, pues ante todo eso quiero hacer un canto a la vida.

La vida es belleza y paz. La muerte es la fealdad y el desorden. La vida está en la sonrisa de un niño, en el olor de una flor, en un anochecer en las llanuras extremeñas, en el brillo de las estrellas en la noche, en la lectura y el diálogo con los hombres sabios que en el mundo han sido y son, en una canción, una melodía, en el sentimiento de compasión por el dolor que sinsentido sufre la humanidad, en el acto de bondad de alguien para evitar ese dolor, en la lucha por la dignidad humana, por su libertad y por su igualdad, en la indignación del que esto persigue. En los grandes hombres que han aportado algo en esta lucha para que el hombre salga de la ignorancia y la maldad.

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