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Filosofía desde la trinchera

Vamos a ver, sin afán de discutir. ¿Me podéis decir, a “el último filósofo tambaleante de la Ilustración” (Popper), dónde he hablado yo de multiculturalismo? Para empezar me refiero al hecho religioso, que es estrictamente humano y es esta dimensión la que hay que estudiar. Y, por supuesto, que hay que estudiarla en sus distintas manifestaciones: literatura, arte, música, historia, pero, esto no son más que manifestaciones. Y no agotan el porqué del hecho religioso. Por qué el hombre es animal mítico, por qué es religioso. El hecho religioso es algo que hay que estudiarlo desde un punto de vista fenomenológico y antropológico. Y en tanto que tal en él intervienen múltiples disciplinas. Por eso, creo que es la filosofía, saber interdisciplinar y cosmológico por excelencia el que debe impartir un saber específico sobre las religiones. Y yo no he dicho nunca que todas. Si estamos en occidente, igual que estudiamos la literatura española o la historia occidental o el arte occidental. Pues de la misma manera habría que referirse a las religiones que en occidente han intervenido y esas son las religiones del libro. Pero tampoco estaría de más una historia comparada de las religiones. Si comparamos las grandes religiones, no me refiero a las expresiones mínimas de la necesaria religiosidad del hombre, como la danza de la lluvia de los cheyenes, por favor, aprenderemos más de nuestra civilización. Y de las distintas opciones que el hecho religioso y la dimensión ineludiblemente religiosa del hombre puede tomar. Y hacer un estudio comparativo, no es caer en el relativismo, con el cual llevo luchando desde hace más de veinte años, y mis escritos son testigo, no, no es eso. Esos estudios van dirigidos a una clarificación de nuestro propio ser social en tanto que occidentales y, más aún, en tanto que humanos. Porque: “hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”. De modo que creo, junto con David, que la religión debe ser impartida en todas aquellas disciplinas en donde el hecho religioso se expresa y darle la gran relevancia que tiene. Además, reivindico, por la naturaleza del hecho y por la interdisciplinariedad que puede estudiarla, que es propio del saber filosófico el estudio de esta dimensión del hombre, que como la dimensión moral, por ejemplo, lo constituye en tanto que hombre. Y llamémoslo disciplina, asignatura o, me da igual qué, es un saber que debe impartir la filosofía porque entra estrictamente dentro de su ámbito. Y, David, tanto un estado laico, como un estado aconfesional, deben eliminar la religión de los centros públicos, pero no la enseñanza del hecho religioso y reducir la religión a sus expresiones artísticas, literarias, históricas… No, porque éstas son las consecuencias del hecho propio e irreductible de la religión. ¿Por qué ha de estudiarse matemáticas, literatura, física… y no el hecho religioso (al cual se le reserva ahora mismo un espacio en la ética de cuarto y en la filosofía de primero, pero algo marginal? La gente se mata por la religión, pero no por las integrales, ni por un soneto…Y, Carmen, precisamente por esos hechos que relatas descarnadamente en tu comentario es necesario el estudio del hecho religioso, junto con la condición humana. Pero lo he dicho ya. El estudio de las religiones es un antídoto contra el dogmatismo, el fanatismo y la violencia. Pero aún más, una vacuna contra las nuevas religiones y los nuevos ídolos. Y esas son las religiones políticas y los ídolos tecnocientíficos que vivimos en la actualidad. Lo que llamamos neoliberalismo (término amplio y ambiguo donde los haya) aliado a la idolatrización de la tecnociencia y a la creencia en el mito del progreso, constituyen la nueva religión en la que la mayoría del personal participa y comulga obedientemente disfrutando de todo su ritual y parafernalia cargada de superstición y dominio. Y todo porque el hombre es un animal religioso. Si le quitan el ámbito de la religión, el permanecer ligado a algo, cae en el sinsentido. Y eso es algo que el hombre no puede soportar. Y por eso cobra sentido la afirmación de Camus de que “la única cuestión filosófica relevante es el suicidio”. O, como decía Cioran “Vivir es el no suicidio” O el propio Nietzsche “No nos veremos libres de dios hasta que no nos veamos libres del lenguaje.” Dios, y todo lo que va con él: el sentido y la esperanza, habita en el lenguaje; es decir en el pensamiento, en nuestro propio ser.

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