Para combatirlo hay que conocerlo. Y conocerlo es ir a las raíces del mal que residen en la propia condición humana y en la cultura que hemos creado. No podemos cambiar la condición humana, pero sí la cultura. Y vivimos en una cultura que fomenta el mal de por sí. Una cultura depredadora de la naturaleza, violenta (guerras), opresora del débil, que favorece la desigualdad entre los hombres (división de clases y discriminación de la mujer y de los débiles.) El paradigma de esta cultura que es el patriarcal y capitalista puede y debe ser cambiado por un paradigma ecosocialista y matriarcal (paleolítico). Ése sería, a mi modo de ver la vuelta a la naturaleza en el sentido Rousseauniano.
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Provocador pensamiento del Cardenal Mazarino.
“Ten pocos amigos, no mantengas un trato frecuente con ellos, y así no te perderán el respeto”. Y es que “la amistad no existe: es simulación”.
Creo que sí hay amigos, pero pocos, luego están los conocidos, que pueden hacerse amigos. Y entre los conocidos sí hay cierta simulación, pero por simple buena educación. O por lo que es la sociabilidad humana. Es decir, que la simulación no tiene por qué ser algo negativo, sino todo lo contrario. Vamos, que le he dado la vuelta a la sentencia del Cardenal.
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