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Filosofía desde la trinchera

Pero es que precisamente el pensamiento sobre la muerte es el que te da la dimensión de la vida. Prepararse para la muerte es el aprender a vivir. El caso paradigmático es Sócrates.

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No, inmensa equivocación. En el budismo no hay búsqueda de la felicidad, sino eliminación del dolor y el sufrimiento por la eliminación de su origen que es el deseo. Y si desaparece el deseo se disuelve el yo y llegamos al nirvana (la traducción que se acerca más es la nada, pero también nos vale el Ser, el aquí y ahora, es decir, en la ausencia de tiempo, donde no existe el deseo)

Si hay búsqueda de algo hay deseo, aunque sea de la felicidad hay deseo y, por tanto sufrimiento. Eso es lo que demostró Buda a lo largo de su vida hasta que paró y se puso a meditar, según cuenta la leyenda, debajo de un árbol hasta que encontró las cuatro nobles verdades.

Sí, pero eso en casi todas las éticas occidentales, no en el budismo. Incluso Schopenhauer, que es el que trajo el Budismo a occidente, ya no habla de búsqueda de la felicidad, sino de eliminación del dolor. Yo mismo considero que el objetivo de la vida no es la felicidad, sino que es preferible la virtud y la felicidad y garantizar, en lo posible, el bienestar (salud, trabajo y relaciones de convivencia sanas). Pero no se puede confundir bienestar con felicidad. Y, es preferible un Sócrates desgraciado que un ignorante satisfecho. Es decir, es preferible la libertad y la dignidad (que en el fondo son felicidad) que el mero bienestar.

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Estoy un poco cansado de la equivocación intencionada que los medios de comunicación hacen de la palabra radical. Utilizan la palabra radical despectivamente, en un sentido negativo, que en su raíz no tiene. Radical es el que va a la raíz de los asuntos, a sus últimas causas, e intenta ver de dónde vienen los problemas. Y no se puede confundir con el extremista, que es alguien que ha llevado una posición a un extremo del que no se mueve. El extremista es un dogmático que no cambia de ideas. Que ha convertido las ideas en opiniones y en creencias. Que vive instalado en sus creencias y con el que no se puede discutir, a causa de su dogmatismo, que se puede transformar en fanatismo y violencia. En cambio el radical es un buscador, alguien que no se conforma con el discurso establecido, que quiere ir más allá de las opiniones vulgares y consuetudinarias, con el acuerdo mayoritario. Busca ideas y no vive ni de las opiniones ni de las creencias, es más, éstas las rechaza. Su radicalidad se basa en el diálogo entre ideas, no en la retórica ni en la demagogia, en la búsqueda racional de los principios y las causas de las cosas para poder resolver los problemas. El radical no se instala en las creencias, sino que las combate con el arma de la razón.

 

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