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Filosofía desde la trinchera

La ley electoral española es otra rémora de la “ejemplar” transición. Se dejó todo atado y bien atado para garantizar una supervivencia del régimen con máscara democrática. Lo de la democracia en España, después de treinta y cinco años de muerte del dictador, es una farsa. Los partidos son internamente antidemocráticos. El poder lo tiene la clase del capital, el estado del bienestar es escaso y tiende a desaparecer, no se recupera ni la memoria, ni la historia y la iglesia sigue gozando y del poder que tenía y de grandes privilegios económicos. En tres décadas se podría haber avanzado mucho más si no nos hubiésemos recreado en el mito de la transición que fue una forma de pactar con la derecha económica y reaccionaria que blindó la posibilidad del desarrollo de la democracia como, por ejemplo, con la ley electoral que tenemos y con la ley de partidos, por decir algo, más los privilegios a la iglesia católica reconocidos en la constitución, a pesar de su carácter aconfesional. La ley electoral vigente favorece a las mayorías, por tanto el bipartidismo y con él un profundo déficit democrático porque hay una progresiva desaparición de ideas y una imposibilidad de representación de la pluralidad de los ciudadanos. Esa ley es una forma de totalitarismo encubierto. Y, luego, en sus medios de comunicación, hablaran de democracia, libertad, instituciones…y una mierda…

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