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Filosofía desde la trinchera

Absolutamente de acuerdo con tus sospechas, Mari Luz. Comparto totalmente tu análisis. Lamento no disponer de tiempo para desarrollar mi pensamiento sobre la felicidad y el control social. Todo esto, como señalas, se veía venir. Y ya lo tenemos aquí. Mi idea, que no la puedo desarrollar, por cuestiones de tiempo, es que la felicidad no debe ser el objetivo de la ética, ni por su puesto, de la educción; sino la virtud y, a través de ella, la libertad. La felicidad se ha confundido con el hedonismo, por un lado, de la sociedad de consumo nihilista e individualista en la que nos movemos y, por otro, en una forma de adormecer, enajenar y objetivar al individuo, de tal forma que la rebelión y la protesta sean imposibles. Es decir, la felicidad como forma de control, en la línea en la que señalas. Es por eso que considero que el objetivo es la virtud, la fuerza, del latín. Esa fuerza, que es la voluntad, nos lleva a la libertad, el dominio de uno mismo en lo que se refiere a las pasiones y el pensar por sí mismo. Gracias.

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