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Filosofía desde la trinchera

Pedro, enhorabuena por los resultados obtenidos. Mi enhorabuena a todos los que desde el partido han trabajado para que esto sea posible y, como no, para todos aquellos votantes, que en última instancia, han puesto a tres diputados de IU en la asamblea extremeña. He estado atento al debate que se ha planteado después de los resultados del 22 M y no salgo de mi perplejidad. Supongo que los más viejos en política dirán que peco de ingenuidad, pero, permítaseme mi osadía, sólo quiero defender a la democracia, a los votantes de IU y defenderos de vosotros mismos.

            No veo, y creo que no hay ninguna razón para este debate. Esto puede parecer simple, ya digo, a los partícipes más activos del partido con muchos años a las espaldas de trabajo y esfuerzo político. Pero no lo es. Quiero ir a lo sencillo, a lo elemental, a cosas que IU ha defendido siempre y por la cual esta vez se le ha votado y, además, otras veces, no, porque se les consideraba ingenuos e idealistas al defender estos principios que nos unen a todos. No entiendo el debate, porque no hay un empate en el que haya una lista más votada. Hay un claro vencedor y, nosotros, como defensores de la democracia, debemos respetar la soberanía del pueblo. Sabemos que el sistema democrático que tenemos facilita o, peor, acaba, en el partidismo, pero IU defiende la república. Y esto no significa sólo la eliminación de la monarquía dentro de las instituciones democráticas. Significa mucho más, entre otras cosas, virtud pública o ejemplaridad pública. Es decir, que los representantes políticos deben ser, igual que la ciudadanía, personas respetables y dignas. Y ello significa, en primer lugar, que, si creemos en la soberanía del pueblo, de verdad, no sobre el papel, debemos asumir su dictamen. No entramos en la verdad o no de la mayoría, la mayoría garantiza la gobernabilidad, para nada tiene por qué tener la razón. Y aquí hay una clara mayoría, la del PP, y, nosotros, personas con principios de izquierda, no participamos de su ideario político; es más, está en nuestras antípodas. Pero, el pueblo lo ha decidido. Igual que ha decidido ofrecer tres diputados a IU, y le pide responsabilidad por ello. Esos diputados no pueden estar nunca al servicio de la opción que, literalmente, ha perdido, no lo camuflemos de lista menos votada. El PSOE ha perdido, y el PP, puede gobernar con mayoría simple. Nuestro misión es, en primer lugar respetar la voluntad de las urnas. Estoy hablando desde la teoría democrática y la virtud cívica que se le exige a una opción política como la nuestra. Nosotros atacamos a todos aquellos que desvirtúan la democracia a través de pactos electorales que, en definitiva, no son más que una instrumentalización de la ciudadanía, otra más además de la representatividad proporcional que padecemos y que desde IU se ataca. Nosotros debemos ser ejemplo de ejercicio de la democracia. Ejemplaridad pública. Ahí no tenemos nada que perder. Pero si apoyamos al PSOE en la investidura, simplemente estamos traicionando a la democracia en general, a nuestros principios, al pueblo, y a los votantes de IU. Por eso no puedo entender el debate. Si éste se ha dado es porque nuestra condición humana nos lleva a la vanidad, la soberbia y la ambición de poder. El discurso del miedo a la derecha es absurdo. Simplemente, si se apoya al PSOE, se persigue poder, ni siquiera, un mayor margen de acción. Además de violar los principios en los que creemos, el dictamen de las urnas, seríamos fagocitados por la maquinaria del PSOE. Pero, ahora, en mi discurso, para mí, esto es lo menos importante. No se puede admitir una lucha por el poder, sino una defensa de los principios republicanos de una democracia sana. IU no se puede permitir el lujo de defraudar a los votantes. La credibilidad de la democracia en la que vivimos está, y con razón, en crisis, IU no puede participar en este descrédito de la democracia. Debe enseñar que otra forma de democracia es posible. Debe ser el estandarte de la transición hacia una república, no entrar en el juego de partidos que tanto, y con razón, ha denunciado. Un pacto con el PSOE para la gobernabilidad de éste llevaría al desengaño y el desencanto. No podemos caer en el posibilismo político. IU tiene la posibilidad de hacer una política de principios. Y tiene cuatro años para demostrarlo. Una legislatura entera para discutir una a una todas las leyes, para llegar a acuerdos, cuando sea posible con el PSOE, sobre la viabilidad de una ley u otra. Para servir de control al poder, que en definitiva eso es la oposición. Para entrar en el diálogo parlamentario y no en el pataleo al que nos tienen acostumbrados. La política como ejercicio del diálogo, no como prepotencia, la política como libertad, no como imperativo de voto. No podemos seguir las reglas del juego que desvirtúan la democracia. La política hay que hacerla día a día, discutiendo los proyectos legislativos, presentando proyectos de leyes... todo lo demás es jugar el juego sucio de los partidos que han absorbido el poder del pueblo y, con ello, han acabado con la democracia. Creo que si IU se plantea esta cuestión previa evitará caer en un debate interno peligroso, evitará dar una imagen negativa, como ya está dando a sus votantes, hará perder la ilusión del rescoldo de democracia que nos queda.. y se perderá en el posibilismo político, para, al final, caer en las garras del bipartidismo. Si hay que morir se muere con valentía, no en brazos de un gigante que nos haya resguardado de la intemperie. Hay que seguir a la razón y a la ética, que es lo mismo. La razón es universal y es común a todos. Y todos entendemos quién ha ganado. Cuestión previa, por tanto, no hay más discusión. La ética es universal también, se refiere a la libertad de las personas. Si IU acepta un pacto hemos perdido nuestra libertad y seremos esclavos para siempre, hasta ser finalmente engullidos. Nunca podremos volver a hablar desde la honestidad. El posibilismo político es posible desde este sistema partitocrático, IU defiende la democracia en sus ideales republicanos, es decir, más allá de la partitocracia. En un mundo sin matices, en una sociedad sin principios, en una política exenta de ética, hay que practicar la ejemplaridad pública. Un saludo.

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