La dignidad es un valor que está por encima de la propia vida, porque la vida sin dignidad carece de valor.
Dentro de un orden democrático la religión puede hacer un uso público de la razón, incluso puede apelar a la desobediencia. Pero, si se da el caso de conflicto entre deberes y derechos y son prioritarios los derechos, pues el funcionario oportuno tiene que cumplir con su deber. Esto no elimina la desobediencia civil, sino que establece una jerarquía de valores.
Por otro lado, la iglesia actúa y piensa cínicamente al defender la vida por encima de todo sin acudir a la historia, por ser un argumento ya demasiado manido, hay que recordar que la iglesia, defendiendo la vida, defiende el dolor arbitrario e innecesario en nombre de un sentido del dolor trascendente. Que alguien admita esto por creencia, es absolutamente respetable. Pero que se imponga el dolor, porque sí, por principios religiosos a todo ciudadano, es, simplemente, tortura despiadada.
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