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Filosofía desde la trinchera

Marx

 

            La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.

            Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.

            En las anteriores épocas históricas encontramos casi por todas partes una completa diferenciación de la sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además, en casi todas estas clases todavía encontramos gradaciones especiales.

            La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.

            Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.

 

 

                                                                       Marx y Engels. Manifiesto Comunista.

 

 

Realiza una composición filosófica en la que aparezacan las siguientes cuestiones.

 

1.Idea central del texto y su relación con la filosofía general del autor.

2.Relación del autor con su contexto histórico.

3.La política de Platón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1.La idea central del texto es la lucha de clases que se expresa a lo largo de toda la historia. Ha sido una característica general de todos los tiempos. Siempre ha habido dos clases, una la de los poderosos y otra la de los oprimidos que han estado en lucha, una de forma más evidente y otra de forma más velada. Es decir, que en toda la historia de la humanidad ha habido antagonismo y contradicción. Todo sistema de producción, el antiguo esclavista, el feudal y el burgués actual, genera su diferencia de clases entre los que poseen, la clase dominante y los que no poseen, los dominados u oprimidos del mundo. Señala Marx que en la actualidad estamos en el sistema de producción burgués capitalista, donde las diferencias parece que son menores, pero la contradicción existe. El texto es el inicio del Manifiesto comunista de 1848 de Marx y Engels que dará lugar al nacimiento de la primera internacional de los proletarios. Es un escrito “panfletario” en el que Marx pretende explicar a los proletario cual es su situación en tanto que explotados, alienados y cómo su existencia es miserable. Esto forma parate esencial de la concepción que tendrá Marx de la filosofía que comienza en sus tesis contra Feuerbach. En la septima nos dice que los filósofos lo que han hecho ha sido contemplar el mundo, lo que hay que hacer ahora es transformarlo. La filosofía debe abandonar su actividad teórica y pasar a la praxis. Marx considera que la actividad del filósofo es la de acelerar el parto de la revolución de los proletarios que acabará con el sistema de producción capitalista. En este sistema de producción la lucha de clases se establece entre el burgués capitalista y el obrero. Tras la revolución de los proletarios se abolirá para siempre la lucha de clases y será el fin de la prehistoria humana, comenzaría el principio de la historia y la sociedad comunista en la que no habría división de clases y, por tanto, tampoco lucha, porque quedaría abolida la propiedad privada. Marx considera a ésta algo antinatural y la que genera, precisamente la lucha entre opresores y oprimidos, entre los que tienen la propiedad y los desheredados que viven en estado de miseria. Así, el contexto en el que se circunscribe la idea central del texto es el materialismo histórico (teoría de la historia de Marx) y la alineación.

 

            Marx considera que el hombre no tiene una naturaleza propia o esencial como se ha intentado mostrar en las filosofías anteriores. La naturaleza propia del hombre es su relación con los demás y con la naturaleza. El hombre es sus relaciones; es decir, que se construye a partir de las relaciones que establece. Y su relación fundamental con los demás y la naturaleza es el trabajo. Pero desde siempre hemos tenido un concepto alienado (inauténtico) del trabajo debido a nuestra herencia cristiana. Hemos considerado que el trabajo es un castigo y se expresa por el sufrimiento, cuando realmente el trabajo es nuestra forma esencial de ser.

 

Marx es un típico pensador del siglo XIX, en él coinciden una serie de tradiciones. En primer lugar hay que señalar que su formación es en el hegelianismo alemán; y que, posteriormente, pasa de ahí a Francia donde tomará contacto con la comuna de París y con todo lo que van a ser los comunismos utópicos. Estos serán rechazados al final, precisamente por utópicos en defensa de lo que él llama comunismo científico. Después tomará contacto con Engels y a partir de ahí con todo el desarrollo de la economía del siglo XIX desde Adam Smith, hasta Prudhom y Luis Ricardo. Desde los liberales hasta los anarquista. Y de esta formación científica económica es de la que surgirá el segundo Marx que es, digámoslo así, aquel que pretende ser científico; es decir el que cree haber descubierto las leyes científicas que mueven la historia. No hay que olvidar aquí dos ideas centrales que traspasan todo el siglo XIX. En primer lugar el cientificismo o positivismo que cree posible la explicación de todo lo real a partir de la razón científica. El caso paradigmático de esta filosofía es Comte con su teoría de los tres estadios de la Historia. En el caso de Marx tenemos la clara intención de la búsqueda de esas leyes científicas y definitivas que expliquen todo el devenir histórico como las leyes de la física y astronomía explican los movimientos de todos los astros y cuerpos con una perfecta exactitud. Se intentan llevar las ciencia, desde el cientificismo, hasta las últimas consecuencias. Por eso Marx considera que su comunismo es científico. En segundo lugar tenemos el romanticismo utópico que cree en el final de la historia. El pensamiento de la historia en el siglo XIX es utópico y romántico; todos creen en un final de la historia en el que, por supuesto, se llegaría a una sociedad perfecta en la que estaría garantizada la felicidad. Marx no escapa a este pensamiento, como tampoco Hegel del que lo toma pero le da la vuelta.

 

            Retomemos este asunto de Hegel. Éste autor es el representante del idealismo absoluto alemán. Hay dos conceptos fundamentales en su pensamiento que influyen radicalmente en la obra de Marx: dialéctica y alienación. Para relacionar el texto con la filosofía de Marx vamos a centrarnos en el de dialéctica y de alienación

 

Para Hegel la dialéctica es el modo como se desenvuelve la idea en sí en la historia. Es un proceso determinista y determinado que explica el devenir histórico. Cuenta con tres momentos: tesis, antítesis y síntesis. La tesis es la idea en sí, que se aliena (sale fuera de si) y se transforma en la materia (la antítesis). El movimiento dialéctico entre las dos dará lugar a la síntesis, que constituiría el final de la historia que Hegel ve representado en el estado prusiano donde se realiza la esfera del espíritu absoluto: arte, religión, filosofía.. Así que la historia es un desenvolvimiento dialéctico de la idea. Y el fin de la historia es la vuelta de la idea en sí: el espíritu absoluto. Como vemos Hegel también tiene una visión romántica y final de la historia.

 

Hegel era, por decirlo de una manera, el filósofo del estado prusiano,  su filosofía era omnipresente. Entonces, el posicionamiento de los filósofos frente a su idealismo absoluto fue el siguiente: la derecha hegeliana que consideraba en lo general correcto al sistema hegeliano; sólo habría que rellenar los huecos. Y, por otro lado, estaba la izquierda o los jóvenes hegelianos. Estos ejercían una crítica positiva al hegelianismo.  Y uno de los más  representativos fue FEUERBACH. A él le debemos el análisis de la “esencia del cristianismo” en el que demuestra que la creencia en dios es una conciencia alienada del hombre.

 

Pues bien, Marx está aún más a la izquierda. Considera que la crítica de los jóvenes hegelianos sigue siendo idealista. Su paso es hacia el materialismo. Ya en su tesis doctoral  aboga por un materialismo. “Sobre las diferencias entre el materialismo de Demócrito y Epicuro.” Pues bien, de su materialismo surgirá, junto con la noción de dialéctica, su teoría central que es el materialismo histórico. La base del materialismo histórico es la antropología marxista. Define al hombre como un ser en relación con los demás y con la naturaleza.

 

            Como vimos, Marx dice que toda sociedad tiene una doble estructura. La base material que está constituida por las fuerzas de producción: las relaciones de trabajo que mantienen los hombres para producir y el capital (es decir, los medios de producción). Sobre ella emerge la superestructura que constituye la ideología, el pensamiento: ciencia, derecho, ética, religión, política, etc. Como vimos, es la base material de un pueblo el que determina su conciencia. El desarrollo de la historia para Marx es dialéctico, lo que ocurre es que le ha dado la vuelta. No es la idea la que se desenvuelve dialécticamente, sino la materia. Son las relaciones de producción las que cambian; y al cambiar ésta sucede que aparecen otras formas distintas de conciencia. Y ése es el desarrollo dialéctico de la historia: el desenvolvimiento de la base material de la historia (relaciones de producción y medios de producción).. Por otro lado, hemos dicho que la superestructura es la ideología de un pueblo. Ahora bien, como la ideología viene determinada por las relaciones de producción, siempre será falsa conciencia. Es decir, conciencia alienada. Esto sucede porque toda sociedad consta de dos clases: la de los opresores y la de los oprimidos. Los primeros son aquellos que detentan los medios de producción, mientras que los segundos sólo tienen su fuerza de trabajo. Pues bien, lo que se produce en la historia son una serie de antagonismos, contradicciones en las relaciones de producción (base material), que, tarde o temprano, producen el enfrentamiento de clases. Por ello dice Marx que la lucha de clases es el motor de la historia. Más bien tendríamos que decir que es el síntoma de los antagonismo de la historia. Esta lucha de clases produce el cambio en las relaciones de producción y, con ello, aparece un nuevo tipo de sociedad, con una nueva superestructura. Este es el proceso dialéctico de la historia en Marx explicado a partir de la infraestructura. Cada cambio social se produce por una revolución, lógicamente, los que detentan los medios de producción no quieren soltarlos. Pero este proceso no es eterno, puesto que hay un fin de la historia (prehistoria, como dice Marx.) La última revolución es la que tiene lugar en la sociedad capitalista. Ésta produce un estado tal de alienación que el proletario (el oprimido en este caso) se ve obligado a revelarse contra el burgués. Pero ésta será la última revolución porque lleva aparejada la abolición de las clases sociales y la proclamación de la igualdad de toda la humanidad. Tras esta revolución llegará el amanecer de la historia del hombre con la sociedad comunista en la que se podrá leer: “A cada cual según su necesidad y, cada cual, según su capacidad.”

 

            Pasamos ahora al tema de la alienación. Como sabemos éste concepto procede de Hegel. Significa en su terminología que la idea no está en sí sino fuera de si. Desde el punto de vista de la conciencia sería una conciencia escindida o separada; no plena o en sí. Lo que hará Marx es aplicar este concepto al hombre y su conciencia, en tanto que ideología y a sus relaciones con los demás hombres (relaciones de producción).

 

Pero es Feuerbach el que hace una concreción del concepto de alienación para estudiar el cristianismo. Dice que la conciencia creyente es una conciencia alienada en el sentido de conciencia inauténtica. El hombre al creer en Dios proyecta fuera de sí lo que es él mismo en tanto que especie. Por ello, al creer en Dios tiene una falsa conciencia de sí mismo, una proyección, una alienación, una falsa existencia. De aquí surge la noción marxista de alienación ideológica. La ideología es siempre falsa conciencia, porque es el resultado de las relaciones de producción, esto es, la ideología constituye la conciencia que les conviene a los opresores. Lo que hace Marx es darle una dimensión material a la alienación; es decir, hacer un examen materialista en lugar de idealista. Por ello, además de la alienación ideológica tenemos las siguientes:

 

a. En el trabajo:

1. Por la división entre trabajo manual e intelectual. El segundo siempre será el de los opresores.

2. La conversión del trabajo en mercancía. Acaba convirtiéndose en un objeto del mercado sujeto a la ley de la oferta y la demanda. Por el contrario, el trabajo es la forma propia que tiene el hombre de realizarse.

3. El trabajo hace al hombre miserable. Al tener que vender su fuerza de trabajo se ve obligado a trabajar toda una larga jornada para poder consumir lo que él mismo produce.

 

b. En la religión: La religión es el mensaje consolador y tranquilizador del proletario para mantenerlo en su estado de miseria; en definitiva, para consolarle de sus males convenciéndolo de que estos se deben a la voluntad de Dios y que será recompensado de sus sufrimiento en la otra vida. En este sentido es en el que se puede decir que “la religión es el opio del pueblo.” Lo adormece y lo atonta. Es, por tanto, el mayor enemigo de la revolución de los proletarios y la mejor arma del burgués opresor para mantener el status quo.

 

La sociedad sin clases del estado comunista es aquella en la que se ha terminado la alienación. No habrá división del trabajo, ni ideologías, ni clases sociales. Es el mundo feliz y el comienzo de la historia. Así que el resultado de la historia, su fin es la eliminación de la alienación, o, dicho de otra manera, del sufrimiento.

 

2.El siglo XIX es histórica y filosóficamente muy variado. Es una época de grandes convulsiones, que comienza con la revolución francesa y termina con los imperialismos y nacionalismos. El fracaso de la revolución francesa da paso a la época de la restauración; pero el antiguo régimen ya no volvería más. Se vuelven a trazar las fronteras de Europa; pero los individuos ya no vuelven a ser los mismos. Políticamente, el antiguo régimen ya estaba muerto. Aunque todavía quedasen nostálgicos tradicionalistas. Los monarcas nunca más recuperaron el poder perdido. En definitiva, se está dando paso a las sociedades modernas de clases. Desaparecen paulatinamente los estamentos, y dan paso a las clases sociales de mano de la burguesía que se hace con el poder; que en este caso reside en el dinero. Así pues, aparecen dos clases enfrentadas y antagónicas, como las verá Marx, que son la burguesía y los proletarios; y una clase media que serán los profesionales: maestros, químicos, médicos, arquitectos, etc. Esta división en clases viene directamente motivada por el desarrollo industrial. La revolución industrial marca el siglo XIX. Cambia la sociedad, el modo de relación entre los hombres, y de éstos con la naturaleza. Triunfa el ideal Baconiano de dominio de la naturaleza. Pero se agudizan las diferencias entre los hombres. Las ciudades crecen desmesuradamente, el campo se abandona y los obreros se asientan alrededor de las fábricas en condiciones de miseria y explotación.

 

Políticamente los movimientos fundamentales que aparecen son los siguientes:

 

1. El liberalismo. Es el desarrollo claro de los modelos políticos ilustrados. Tiene, como sabemos dos vertientes: la filosófica y la económica. El liberalismo defiende la libertad de pensamiento y religiosa; a la par que se defiende la libertad de mercado. Por ello, el liberalismo está con el individuo, frente a las comunidades o agrupaciones colectivistas. El movimiento liberal tiene una gran influencia en la época y lucha contra los partidarios de la restauración en sentido pleno. Como representante tenemos a J. S. Mill.

 

2. El tradicionalismo. Por su parte defiende la restauración del antiguo régimen monárquico y religioso con la consabida recuperación del orden religioso y la eliminación de las libertades, ya sean intelectuales como económicas. Se enfrentan directamente a los liberales y a los socialistas y anarquistas.

 

3. Los demócratas. Es un desarrollo natural de los liberales. defienden el sufragio universal como expresión de la libertad de los individuos y la abolición de las monarquías. Se aspira a la representación parlamentaria. Comienzan a formarse los partidos políticos.

 

4. El nacionalismo e imperialismo. Los nacionalismos comienzan a aparecer en la segunda mitad del siglo. En principio no están en contra del movimiento liberal. Pero sí de los socialistas y anarquistas que son internacionalistas. Defienden el ideal de nación como identidad de un pueblo que se ha ido desarrollando a lo largo de la historia. Filosóficamente, el caso del nacionalismo alemán, tiene su base en la filosofía idealista absoluta que combatirá posteriormente Marx. Este ultranacionalismo se extenderá al imperialismo. Todas las grandes naciones extienden sus fronteras por todo el mundo: Inglaterra, Francia, EE.UU., Alemania y Japón. España, por el contrario pierde su imperio (de ahí surgiría la generación del 98: Pío Baroja, Valle Inclán, Unamuno, etc.)

 

5. Comunismo y anarquismo. Aparecen muy mezclados aunque tengan diferencias obvias. Ambos son pensamientos utópicos y Marx los combate precisamente por ello. Como hemos visto lo que Marx defiende es el “comunismo científico.” Por su lado los comunistas defienden la abolición de la propiedad privada y reclaman la igualdad de todos los hombres. Tienen sus raíces en el “comunismo” platónico, el cristianismo primitivo, el estado de naturaleza de Rousseau, etc. Los anarquistas, consideran que es necesario abolir el estado. Entre sus máximos representantes tenemos a Bakunin. Ambas posturas realizan una interesante reflexión sobre la historia y el estado; que junto con la de los liberales y la filosofía idealista alemana, constituyen la fuente de la que beberá Marx.

 

La filosofía en el siglo XIX.

 

Hay que decir, para empezar que la actividad filosófica es muy diversa en este siglo, e, incluso, de grandes contradicciones. No es un siglo homogéneo, como lo fuera la ilustración, en el que existían unas ideas comunes a todos los ilustrados. Por el contrario, en el XIX, proliferan los antagonismos y las críticas exacerbadas. Los hay que son herederos de la ilustración, y los hay también que arremeten contra ella. Otros, por el contrario, consideran que la superan. Veámoslo.

 

Empecemos por el romanticismo. No es sólo una corriente artística, sino que refleja una cosmovisión. Se enfrenta directamente a la ilustración. Considera que la razón no es lo esencial del hombre; más bien es el carácter irracional profundo y contradictorio lo que lo marca. El hombre es superación de esa contradicción; se alimenta y vive de ella. Así que arremeten contra la razón universal ilustrada. Las cosas, el mundo y los hombres tienen más matices. Frente a la universalidad de los ilustrados reivindican la individualidad irrepetible. Aparece el héroe como figura paradigmática. No se admite la visión mecanicista de la naturaleza. Se considera a ésta como algo vivo que tiene una fuerza insospechada. Algo que crece y es dinámico. Por tanto participan de las ideas evolutivas que en la época empiezan a hacerse populares. Frente al reloj proponen el modelo del árbol. Aparece el concepto de verdad no como correspondiente con los hechos; sino como fruto de la creación humana. Por todo ello, el  romanticismo está en consonancia con la filosofía idealista alemana.

 

 

            El positivismo. Son el resultado del avance inexorable e imparable de las ciencias. Aunque la visión positivista del hombre y de un estado y sociedad futura perfecta procede del desarrollo de la ciencia participa también del romanticismo. Pero podemos considerar a este movimiento como un desarrollo, en parte, lógico de la ilustración; o, al menos, del desarrollo científico que en ésta había tenido lugar. El máximo representante de este movimiento filosófico es COMTE. Los positivistas consideran que el ideal del conocimiento es el de las ciencias. La historia ha tenido tres fases: Teológico religiosa: se explicaban las cosas acudiendo a dioses y por medio de mitos; metafísico filosófica: se sustituyen esos dioses y espíritus por conceptos abstractos e ideales; y, por último, la positivista científica: se explican las cosas a partir de la experiencia y la razón. Estamos en el último momento de la historia. Las ciencias lo llegarán a explicar todo. Habrá, dice Comte, una ciencia superior, que será la reina de todas, que es la sociología: el estudio del estado y del hombre. Y, a partir de esta ciencia, podremos construir el estado perfecto. Se proclama, por tanto, el fin de la historia y la felicidad del hombre  por medio de la ciencia positiva: empírica y racional. Este fin de la historia (pensamiento utópico) es característico del siglo. Tanto Comte, como Hegel (idealismo alemán), como Marx lo proclaman, cada uno a su manera.

 

El idealismo. Se desarrolla en Alemania. Procede directamente del desarrollo, y de la contradicción, en muchos casos, de la filosofía Kantiana. Sea como fuere, todos los filósofos idealistas alemanes se consideran herederos de Kant.

 

Así, el idealismo alemán, cuyos máximos representantes son Schelling, Fichte y Hegel va a crear un nuevo concepto de razón. Kant había puesto el límite del conocimiento en el Noúmeno, la cosa en sí. Esto era incognoscible. La crítica que hacen los idealistas (Fichte) al Noúmeno kantiano es lo que da lugar a la transformación del concepto de razón que lleva a los idealistas a la metafísica dogmática. Fichte, no entramos en la demostración, considera que el Noúmeno, como incognoscible que es, no sirve para nada, es algo vacío. Por ello, prescinde de él. Ahora bien, si no se puede hablar de Noúmeno, que era lo que le garantizaba a Kant la existencia del mundo externo, y no caer en el idealismo, entonces todo depende del sujeto. El sujeto construye totalmente el objeto. El objeto es producto del sujeto. Todo procede, pues, de la razón. Por ello, se llega a declarar “todo lo real es racional y todo lo racional es real” Hegel. Obviamente, nos hemos quedado sin límite a la razón y consideramos que todo lo que piensa o produce la razón es real pues...

 

De los idealistas proceden una serie de conceptos que serán claves para el desarrollo del marxismo. El idealismo alemán consideraba que la razón, frente a la opinión de los ilustrados, era absoluta; pero, además, le daban una dimensión histórica. La razón se va realizando “desplegándose históricamente” a lo largo de los tiempos. Por ello es necesario estudiar la historia para ver este proceso. La forma de evolucionar la historia (la idea o el espíritu) es dialéctica. A la tesis se le contrapone una antítesis de la cual por desenvolvimiento dialéctico surge la síntesis. Y éste es el proceso de toda la historia (su mecanismo evolutivo). Lo que hacen los idealistas (Hegel) será aplicarlo al estudio del devenir histórico. Esto tendrá, como veremos, gran influencia en Marx (que participó del movimiento de los jóvenes hegelianos). Por supuesto, este esquema también nos da un fin de la historia que, precisamente era la república prusiana de aquel momento, y el desarrollo teórico último que era la síntesis de toda la historia era el idealismo absoluto de Hegel.

 

Los dos autores que se enfrentaron, principalmente, a Hegel son Schopenhauer, del que ya hemos hablado, y Kierdkegard. Este último reclama lo singular frente a lo absoluto. Su filosofía viene marcada por un carácter eminentemente religioso.

 

Como último representante del siglo XIX tenemos la filosofía de Nietzsche. Éste arremete contra toda la cultura occidental basada en el concepto de Razón, Dios, y Verdad. Pero esto es harina de otro costal y lo trataremos, como se merece, a parte.

 

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