El estoico solo sigue a la razón universal. Está por encima de las intrigas, de las leyes particulares, de los impostores que confunden el poder con la ley natural. El sabio estoico sabe que la fortuna gira continuamente, que el dolor y el placer se transmutan. Sabe que el origen del sufrimiento es el deseo. Por eso el sabio no desea nada y eso lo hace poseedor de todo, porque su existencia consiste en la alegría de vivir.
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