El inicio de la ciencia es el maravillarse ante la realidad que nos rodea. Es la actitud propia del niño. Primero nos quedamos maravillados ante la realidad, su belleza y su grandiosidad, después nos quedamos perplejos de su complejidad de la que no sabemos nada, así reconoceos nuestra ignorancia y entonces se despierta nuestra curiosidad e iniciamos la marcha del conocimiento que es una búsqueda sin término en la que el motor es la fascinación. Nunca debemos perder ese niño que llevamos dentro, cuando esto sucede es la muerte en vida.
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