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Filosofía desde la trinchera

Amigo y compañero Fernando, tus disculpas no son en absoluto necesarias. Tus comentarios no me molestaron, sólo que no eran argumentos referentes a los que yo esgrimía y, además, había una falsedad, lo del consejo de redacción. Por eso insistí en que he sido colaborador de otros medios de información…siempre sólo colaborador. Coincido contigo en que no existe la independencia o la neutralidad, pero sí la objetividad y la pluralidad y esto es necesario perseguirlo en una sociedad democrática. Esto lo compartimos. En cuanto a mí, no pertenezco a ningún tipo de ideología, persigo y analizo ideas. Intelectualmente soy un escéptico: aquel que busca. Pero lo más característico del escéptico es que va contra todos los dogmas y creencias establecidas. Esa es su misión de desenmascarar las verdades establecidas, pero no ofrece ninguna. Además la filosofía no es el ámbito de la verdad, sino de la crítica. La búsqueda de la verdad es algo que corresponde a la ciencia. Por otro lado, te agradezco tus halagos, pero aquí, igual que tu (quizás tú más que yo porque te dedicas a la política activa) cumplo el deber del ciudadano que se mezcla con el del filósofo visto desde la personalidad socrática. Pero como decía Diógenes el perro es mejor un bastonazo que un halago. El primero te despierta y te hace mejorar, el segundo provoca que te duermas en los laureles. Así que con tu permiso y abusando de tu tiempo, que ahora debe ser escaso, paso a tus bastonazos.

 

            Ahora sí presentas verdaderos argumentos. Pero, de entrada, hay un problema, no respondes a ninguno de los míos, muestras otros muy consistentes, pero, ni por asomo, te refieres a los que yo defiendo. Pero, en fin, como creo que tus argumentos son muy buenos y, además, antiguos y de gran importancia y, en parte, no resueltos, como todo en la ética y la política, por eso es más fácil la resolución de problemas científicos, a la larga se solucionan. Los ético-políticos son los problemas perennes de la humanidad. Una de las cosas que señalas, perdona que no siga el orden de tu exposición, es que los políticos son necesarios. Efectivamente, yo no lo he dudado en ningún momento. La organización que tenemos así lo hace preciso. Y no sé si puede haber otra forma en la que los políticos no sean necesarios. Creo que si eliminamos al político caemos en una dictadura (cosa que está ocurriendo con el determinismo del mercado y la tecnociencia), lo cual no exime de que las actuales democracias neoliberales sean totalitarismos encubiertos o débiles. Los políticos son necesarios. Pero lo que yo he sugerido es que es necesario cambiar la democracia y la forma de hacer política. Considerar que la política que tenemos hoy en día es la que hay, y no se puede cambiar, es un derrotismo. La política que tenemos no es que se pueda cambiar, es que se debe cambiar. Es necesario un giro radical en el que la política, inspirada por la ética, domine a la economía. Ahora bien, si nuestro señor presidente nos dice que los mercados mandan, entonces está excluyendo precisamente el papel del político que es el que yo reivindico. En segundo lugar, la regeneración de la democracia tiene que pasar de una democracia, meramente ritual, a una democracia como forma de vida. Y esto es mucho más difícil.

 

            Otra idea que señalas y en la que creo que te equivocas porque, además, es un prejuicio muy extendido, es la diferenciación entre las ideas puras y la realidad. No existen esas ideas puras, ni ese político puro, ni siquiera las ideas de las matemáticas habitan en un mundo de las ideas platónico. Están encarnadas en la misma realidad y, a través del conocimiento científico, sirven para transformarla. Pero a lo que me quiero referir es que las ideas éticas y políticas son respuestas a problemáticas históricas muy concretas. Son pensamientos sobre la realidad social que influyen en ella directamente y, por diversos caminos, uno de ellos es la política. Y, además, lo que el intelectual, pensador, filósofo o como lo quieras llamar debe hacer es estar vigilante ante estas ideas, porque todas las ideas tienen consecuencia, no son ni vacías, ni puras, ni neutrales. Actúan directamente en la realidad de la que, por lo demás, han salido. Las ideas no se pueden descontextualizar nunca, eso es un tremendo error. Como digo, las ideas tienen consecuencias y el problema es que algunas de ellas tienen consecuencias nefastas para el hombre e, incluso, para la humanidad. El fascismo y el totalitarismo comunista proceden de ideas que comienzan a gestarse en la modernidad y que cuajan en el siglo XIX, y alcanzan su desarrollo en el siglo XX. El neoliberalismo, arranca de principios de siglo, aunque los que detonan políticamente su desarrollo hace cuarenta años sean Thacher y Reagan. Ellos no fueron los fundadores de estas ideas tan peligrosas y engañosas que en muchos lugares he analizado. La idea del pensamiento único, del fin de la historia, del determinismo tecnológico y económico también surgen de la realidad para repercutir en ella con un grave daño para la humanidad. Las consecuencias de estas ideas las conocemos por la historia, las hemos vivido y las seguimos padeciendo. Ojo, las últimas que he mencionado eliminan el papel de la política y el político, que se convertiría en un mero administrador. Por eso, en su momento, las he combatido porque creo en la necesidad de la política, del político y de la intervención de los ciudadanos, en definitiva, en la libertad. Curiosamente, a mis alumnos les digo que la actividad más noble, en el sentido griego, es la política, ser un político (ciudadano). Como sabes la juventud suele ser reacia a la política. Generalmente piensan mal del político y dicen que no se puede hacer nada. Frente a eso yo lo que hago es animarlos a participar en la política, como ciudadanos activos y como militantes de los partidos para que, si no les gustan, puedan cambiar la estructura de los partidos y de la política desde dentro. Hay que aprovechar el idealismo de la juventud, aunque, desgraciadamente, éste cada vez brilla más por su ausencia. El joven es cada vez más pragmático y más maleable (adaptable) para eso está siendo educado, dicho sea de paso.

 

            Otra cosa en la que discrepamos es en el papel de la mayoría, o del pueblo en las democracias. Tú consideras que los filósofos nos equivocamos porque consideramos que el pueblo es tonto. Hombre, yo nunca he dicho esto. Y consideras que al final el pueblo tiene la razón y que pone a cada uno en su sitio. Creo que cometes dos errores. Todos los ciudadanos, y digo todos, somos mucho más estúpidos de lo que creemos. No estamos informados, ni pretendemos estarlo y, probablemente el trabajo de ocho horas y la familia, no den tiempo para más. Los medios de comunicación son homogéneos y tienen dueño. Al pueblo se le engaña, como se ha hecho siempre. Tienes que profundizar en tus raíces de izquierda, que están en Marx, para comprender el concepto de ideología y alienación. Tanto el pueblo, como la clase política están alienados, tienen una falsa conciencia que procede de una ideología, que es una visión del mundo y de la sociedad acrítica. Los hombres preferimos que piensen por nosotros, que gobiernen otros. Y así se hace. Un pueblo cada vez más ilustrado es cada vez más libre. El problema es dónde está el límite de la ilustración. ¿Todo el mundo puede alcanzar esa autonomía y esa libertad? Éste es un tremendo problema de la filosofía política. ¿Quién tendría derecho al voto? A lo mejor, el voto universal no garantiza la libertad, si el pueblo está desinformado. Y lo está, por su propia voluntad, por imposibilidad material y por voluntad ajena: la intervención de diversos poderes. Por eso el ideal de una democracia republicana es la del gobierno del pueblo, pero ilustrado. Mi duda aquí es el tema de la ilustración. Tendría que haber un cambio social tremendo que hiciera posible la ilustración y el compromiso del ciudadano. Confío en que este cambio se pueda producir, como se produjo –y nadie daba un duro por ello- el paso del antiguo régimen a la democracia. (No ves, otras ideas que tuvieron tremendas consecuencias para la humanidad, en este caso altamente beneficiosas. Las ideas ilustradas: la formulación de los derechos del hombre y el surgimiento de una nueva forma de gobierno: la democracia)

 

            Y, por último, con respecto al pueblo dices que al final pone a cada uno en su sitio. Es decir, que implícitamente estás diciendo que el pueblo tiene la razón. Perdona que te diga pero esto es un error básico a la hora de entender el funcionamiento más elemental de la democracia. Para empezar, el pueblo, es una entidad inventada inexistente…pero no vamos a ir por este camino porque es muy complejo. Cuando se dijo, nosotros, el pueblo…pues resultaba que no eran todos, ya sabrás, negros, indios, mujeres… pero lo que yo quiero señalar es otra cosa. Si entendemos las democracias desde un punto de vista sólo procedimental, es decir, como un procedimiento para garantizar el gobierno sin utilización de la violencia; esto es, una democracia formal como la que tenemos, entonces el papel de la mayoría es el de garantizar la gobernabilidad. Pero el error lógico es confundir la gobernabilidad con la verdad. El pueblo elige a sus gobernantes, pone y quita a los partidos que “cree”, suponiéndolo absolutamente libre, que deben gobernar. Ahora bien, eso no implica que la mayoría tenga la razón. La mayoría puede estar equivocada y, además, tremenda y peligrosamente equivocada. El mito de las mayorías es altamente peligroso, porque establece como verdad absoluta lo que sólo es una opción temporal de gobierno. O, incluso, las mayorías muchas veces sirven no para poner a un gobernante, sino para quitar, sin utilizar la violencia, al que consideramos que lo está haciendo mal. La equiparación entre mayoría y verdad nos lleva al fascismo. El ejemplo más tremendo de la historia es el del nazismo alemán. Y hubo que utilizar la fuerza, esto es, métodos antidemocráticos para acabar con él. Los aliados lo hicieron posible, con el papel fundamental soviético y la ayuda del general invierno. Hasta 1941 todo lo que se podía pensar es que al mundo o, al menos, a Europa, le esperaban largos años de dictadura nazi, curiosamente, ésta procedía de la democracia y los ciudadanos estaban perfectamente engañados y habían hecho posible ese gobierno y apoyado todas sus decisiones. Y una gran mayoría de científicos y filósofos participaron de la masacre. Para que veas hasta donde llega el engaño y lo peligrosas que son las ideas, entre ellas, pensar que la mayoría puede tener la razón. La mayoría puede tener parte de razón, pero su papel es garantizar la gobernabilidad y la pluralidad.

 

Saludos, y muchas gracias de nuevo por hacer posible este debate que son muy raros entre políticos y filósofos. No hay ni buenos ni malos, ni verdad, ni mentira, hay perspectivas distintas de las que todos podemos aprender.

 

                                   ***

 

            Leo un artículo de un compañero y amigo sobre educación. Defiende a toda costa la enseñanza pública y soy testigo de que no sólo lo hace teóricamente, sino que cuando ha tenido oportunidad lo ha hecho realizando una gran labor en su centro para que éste sea de calidad. Y yo, como compañero y amigo se lo agradezco. Defiendo las tesis fundamentales que él apoya, pero discrepo en algunos de sus diagnósticos sobre el mal de la educación pública. Defiende, a grosso modo cuatro tesis importantes: la prioridad de la enseñanza pública, la universalización de la educación, la igualdad de oportunidades y la eliminación de la religión del horario lectivo.

 

            En nada discrepo de estas tesis. Pienso que la enseñanza pública es la garantía de una sociedad democráticamente sana. A su vez, la democracia defiende la libertad de ideas y la libertad de mercado, por tanto, ahí tienen cabida la enseñanza privada. Concertar esta enseñanza es un engaño al ciudadano. La libertad de empresa debería hacer que los colegios privados se mantengan con sus ingresos, no con los del estado en detrimento de la enseñanza pública. Y hay un factor más, esos colegios concertados, muchos de ellos son religiosos, con lo cual proporcionan una enseñanza que no tiene nada que ver con el laicismo y la aconfesionalidad de la constitución. También defiendo la universalidad de la enseñanza. Todo ciudadano tiene derecho a la educación y eso es lo que hace posible la igualdad de oportunidades. El pobre, el débil, el marginal, si no accede a la educación sigue para siempre en la marginalidad. Es necesario fomentar esa igualdad de oportunidades. El problema aquí es que las diferentes leyes educativas no lo han hecho bien. La obligatoriedad de la enseñanza en su pretensión de salvaguardar la igualdad de oportunidades lo que ha producido ha sido un deterioro de la enseñanza. Y es aquí en donde discrepo con el autor. Éste considera que el mal en la educación y el prestigio de la enseñanza privada/concertada es causa del neoliberalismo. De ninguna de las maneras. Es la propia dinámica de la LOGSE-LOE, la que ha favorecido la quiebra de la enseñanza pública y, de rebote, el prestigio de la privada. Es curioso, que los gobiernos de izquierdas hayan sido los que más favor le hayan hecho a la enseñanza privada. Tampoco tenemos que olvidar aquí que el partido socialista comulga con el neoliberalismo, ha claudicado de la socialdemocracia. Y esto no es de ahora, que se ha puesto de redilas ante el mercado, sino que viene de lejos, como el autor sabe.

 

            Por supuesto que participo de la eliminación de la enseñanza religiosa en el horario lectivo. Es una de mis viejas luchas en pro del laicismo constitucional. La enseñanza de la religión en los centros públicos es otra de las pruebas de nuestro déficit democrático y de la no tan modélica transición.

 

Y, por último, no estoy de acuerdo con lo que el autor sostiene como modo de acción para mejorar la enseñanza pública: más formación del profesorado. Creo que esto es un engaño. La formación a la que el profesorado tiene acceso, además, sus sexenios dependen de ellos, es la de los centros de profesores y los sindicatos. No tiene nada que ver con su formación académica ni investigadora. La formación actual del profesorado es adoctrinamiento en la LOGSE-LOE. Un saludo muy afectuoso para el autor.

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