El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces.
Creo que ésta es una frase que pertenece a la película tierra de penumbras. Sentencia que dice el profesor a sus discípulos cuando reflexiona sobre la enfermedad de su mujer. Excelente película y excelente interpretación. La causa del dolor es el deseo y éste nos arrastra hacia la felicidad, por eso el deseo es bifronte: dolor y sufrimiento. El que quiere y desea, padece. Ya lo decía Buda, “he tenido un hijo, me ha surgido una cadena.” Felicidad y tristeza son inseparables, incluso en la alegría se teme perder el objeto de tal sentimiento. La salida es la estoica. Distancia frente al deseo. Pero la entramada complejidad de la vida hace esto casi imposible. El sabio debe renunciar a mucho, entre otras cosas, a los vínculos más cercanos. Si no es así, o es un egoísta o un parasito o un insensible. Como siempre digo, para resolver este dilema, es mejor fomentar la virtud, en tanto que fuerza y excelencia. La felicidad es engañosa, aparente y arbitraria. Es mudable y caprichosa.
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Claro, por eso el paraíso no está hecho para el hombre. Todos los mitos que intentan explicar el sufrimiento humano parten de una desobediencia, de un estado primitivo y feliz que el hombre abandona por orgullo, vanidad, en suma, insatisfacción. Es el carácter hibrido de nuestra naturaleza. También es nuestro carácter proteico, no podemos parar, siempre en construcción y transformación de la naturaleza, depravándola.
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