Lo que te quería comentar, Mari Cruz, tiene que ver con el asunto de la política. A mi el discurso de Vargas Llosa me parece magistral, desde el punto de vista literario. Como sabes, por el artículo que te mandé, no comparto su posición política, que creo que es un error de entendimiento. Ha tomado el neoliberalismo como la única democracia y esto es un pensamiento único y da lugar a un totalitarismo o sociedad cerrada en términos de Popper. Pero todo esto está, de forma muy sintética, en mi escrito. En lo que no coincido contigo es en el hecho de que no se deba mezclar en su discurso la política con la literatura. Es más, toda la obra literaria de Vargas Llosa, está insuflada de política, de lucha contra la opresión, de denuncia de la arbitrariedad del poder, de justicia social... Otra cosa es su ensayo político. Creo que su literatura es fantástica, me parece estar leyendo a un clásico del XIX cuando lo leo. En fin, que en su vida hay una unión entre el quehacer literario y la reflexión política. Señalas una cosa muy importante, con la que estoy de acuerdo, pero que me preocupa. Es el asunto de los tópicos. Afirmas que su discurso está lleno de tópicos, libertad, totalitarismos. Bien, el problema es que, ¿cómo es posible que conceptos e ideas tan importantes han podido convertirse en tópicos?, ¿cómo la ciudadanía se ha hecho tan escéptica en el asunto político o público y en política? Dos son, para mí, las explicaciones fundamentales. La primera es la desvergüenza y desfachatez de la clase política. Casi no es necesaria la argumentación en este caso, es una evidencia a los sentidos. La segunda razón es que, el poder, ha creado una serie de valores a partir de los cuales lo público no es algo interesante o de importancia. Es una creación de un neolenguaje, que a su vez crea un sentimiento y una acción, que diría Unamuno, que hacen del ciudadano un vasallo en el sentido de que deja la política en manos de la clase política. Y esto es lo que al poder le interesa, tanto al político, como al que lo trasciende, el económico. Y esto es un problema grave, porque esto significa la antesala del fascismo político. Creo que estamos asistiendo al fascismo económico, pero estamos en el preámbulo del fascismo político. Han creado el estado de ánimo para que desesperemos de la política. Han convertido la libertad, la opresión, el totalitarismo, la justicia social, el hambre y la miseria en el mundo… o bien, en tópicos, o en discursos demagógicos, los han vaciado de sentido. Por eso es necesario una regeneración de la sociedad civil, es necesario pensar en la cosa pública, denunciar a nuestros gobernantes. Reconstruir una verdadera república, frente a la demagogia oligárquica y partitocracia en la que vivimos. Pero para eso es necesario el poder de los ciudadanos. El fascismo del siglo XX, entre sus múltiples causas y detonantes, contó con la connivencia de la ciudadanía. Esto, creo, sinceramente, debe servirnos como aviso.
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