La caída de Europa.
El momento histórico que vivimos es decisivo para la humanidad. Puede hacerse real esa ideología del fin de la historia y el choque de civilizaciones. Dos ideologías inventadas por el poder del neoliberalismo para dominar el mundo de forma totalitaria, desde el pensamiento neoliberal o, más claramente, la libertad del mercado, o la barbarie del mismo. La caída de Europa, no es sólo la caída económica de una potencia mundial, la que Europa representa; sino que es la caída de la modernidad. La construcción de Europa arranca desde los griegos con la conquista del logos frente al mito y el poder de la superstición. Y con la conquista de la democracia ateniense, que conlleva el concepto de ciudadano: isonomía e isegoría. A esta tradición hay que sumarle el cristianismo, con su aporte ético, fundido con el estoicismo, y, también, su historia de crimen y alianza con el genocidio. La globalización de Europa desde el Renacimiento se hizo por medio del poder militar y económico que llevaron consigo el colonialismo. Una historia de exterminio y opresión. Pero con la ilustración comienza a ponerse límites a este abuso, así como se ponen las bases para un pensamiento universalista y cosmopolita. Esta razón ilustrada también se pervierte y de ella emergen los grandes totalitarismos del XX y del XXI. Hoy en día nos encontramos en el totalitarismo del neoliberalismo.
Toda lucha ha sido la lucha por el poder. Unas civilizaciones se suceden a las otras porque le arrebatan el poder. Pero, lo común de la historia europea, es que a lo largo de toda ella ha habido un intento de universalización de la ética y la política. Un intento de estar por encima de la propia barbarie que ella ocasionaba. Un intento de conseguir un progreso ético-político real. Por eso, la caída de Europa no sólo representa la caída de un poder económico que a los Estado Unidos, China y los países emergentes puede interesar, sino la posibilidad de un modelo ético-político para una sociedad global. La lucha como digo es una lucha por el poder. El fin de la historia no es más que la ideología para justificar el credo del neoliberalismo y el choque de civilizaciones es la ideología que nos permita luchar sin escrúpulos contra los poderes económicos emergentes, con especial atención a China. Y esta es la historia. Pero, ni los Estados Unidos, que representan al credo neoliberal, ni los países emergentes, ni China son la solución. Parece que algunos quieren ver una alternativa en China. Creo que se engañan. China ha adoptado el neoliberalismo en su política exterior, eso, por un lado, por otro, participa de la ortodoxia económica: el crecimiento ilimitado dentro de un planeta limitado. Su poder es, su poder económico. Su socialismo no es más que la caricatura de un totalitarismo atroz y de un genocidio. China se ha convertido en la máxima productora mundial siguiendo el catecismo neoliberal. Ha conseguido abrir sus fronteras a las grandes multinacionales a las que les interesa producir allí, porque, simplemente, es más barato. Y esto a costa de los trabajadores. Esto no es un país socialista. Es un totalitarismo. Que la mayor parte de la riqueza esté en manos del estado no significa socialismo, ya que el estado participa en el esquema neoliberal. Hombre, que el estado posea la mayor parte de la riqueza debería garantizar la redistribución de la riqueza, eso es algo que habría que analizar. Lo que yo digo es que no existe una bondad ético-política en el sistema chino. Internamente son un régimen totalitario, externamente se rigen por el libre mercado jugando perfectamente desde la sabiduría china milenaria que les ha permitido usar la fuerza del oponente para vencerlo, eso es lo que están haciendo con los Estados Unidos y sus aliados.
De tal forma, pues, considero que China no es una vía que abra las puertas a una sociedad más justa. China será el relevo en el poder económico y militar en unas décadas, pero seguiremos instalados en el totalitarismo. Es más, durante estas décadas se profundizarán los problemas de recursos energéticos, agua, alimentos, etc., con lo cual las puertas del fascismo están abiertas. El choque entre los Estados Unidos y China es un choque por el poder. Dos países que liderarían dos bloques. Es, por ello, que considero, que la caída de Europa es la caída de la esperanza en la construcción de una civilización global y plural con una ética cosmopolita integradora. Los valores están ahí desde la ilustración, el ideal político lo tenemos desde Kant, hay que repensarlos y llevarlos a la praxis actual por medio de la creación de instituciones internacionales que velen por estos valores y estén por encima del poder de la fuerza y del capital. Lo que nos jugamos con la caída de Europa es el olvido de esta conquista ético-política milenaria, que ha aprendido de sus espantosos errores, pero que, a su vez, ha creado el cuerpo de conocimientos que nos permitan evitar el abismo del fascismo y la barbarie hacia el que los más poderosos nos dirigen.
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