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Filosofía desde la trinchera

Primero. Nadie ha dicho que ocurriesen de la noche a la mañana, pero sí en cuestión de décadas. La democracia, a nivel mundial, no la española, que salió viciada y blindada desde la constitución, para que sea lo que es, lleva en crisis cuatro décadas. Y desde 1970 ya hay modelos sociales y económicos alternativos que tienen que ver con los modelos de crecimiento.

 

            Eso que llamas tan básico, no debe serlo, cuando la inmensa mayoría vota a los dos partidos que no lo quieren porque desde la constitución está resuelto a su favor. Izquierda Unida y UPyD, no son ninguna utopía, sino opciones serias y presentan alternativas. No identifica IU con el comunismo, ni éste con la Unión Soviética. De todas formas el marxismo está anclado en el modelo capitalista. Es necesaria una reforma del mismo que tiene que ver con el ecosocialismo. Éste último implica una regeneración de las relaciones humanas y de éstas con la naturaleza, desde la perspectiva de los límites de la biosfera de la que somos parte necesariamente. Una redistribución de la renta y una redistribución del trabajo. En última instancia una política económica del decrecimiento. Y esto, que no sé si te sonará, pero que no desarrollo, por lo amplio y técnico del asunto, no es ninguna utopía. Entra dentro de lo que llamaríamos una ingeniería social fragmentaria, que es lo contrario de una utopía. En cuanto a UPyD, no presentan una alternativa económica, pero sí democrática que es conveniente tener en cuenta. Esas opciones no son utópicas, son, dadas las circunstancias de engaño, ignorancia y miedo, inviables, de momento. La utopía, más bien, la distopía, es el modelo en el que vivimos que es el neoliberal que tiene a la base un dogma y es el crecimiento ilimitado y que liga éste, imposible de suyo, por el principio de entropía, al desarrollo social y democrático. Otro mito y farsa. El país llamado a sustituir a los EEUU. es un totalitarismo y tiene un ritmo de crecimiento del diez por ciento. El desarrollo económico no implica el desarrollo social y democrático. Ahora bien el desarrollo democrático si implica la redistribución de la riqueza y del trabajo. Es la socialdemcoracia, que no ha muerto como ideología, ni como forma de organización social, sino que frente a ella ha triunfado la ideología del mercado. Y una de las estrategias de éste ha sido sumir en la ignorancia y el hedonismo individualista al ciudadano convirtiéndolo en siervo-señor, mientras que se cree libre, pero es esclavo, al modo de Matrix o de la caverna platónica. Si unimos la socialdemocracia, que no ha muerto, insisto, y que muchos creyeron renacer en el 2008, como forma viable de organización, al pensamiento ecológico que arranca del discurso de Roma de 1970 de “Los límites del crecimiento” tenemos el andamiaje para un modelo social viable y más justo. Y si a esto le sumamos, lo que para mí es de necesidad, una política económica de decrecimiento, esteremos en buen camino. Pero mientras que se siga en esa actitud escéptica-nihilista, y autosatisfecha, porque todavía no nos ha llegado el hambre, entonces la distopía avanza con paso firme. Esta distopía es la utopía de la tecnobarbarie y el progreso y que puede acarrear un colapso civilizatorio. Pero, no pasa nada, no es el primero, pero sí sería el primero global. Acabaríamos, en un decrecimiento necesario en la que el poder estará en manos de las grandes corporaciones que habría ido sustituyendo a la ciudadanía y sus representantes, la política. Por su parte, la población se iría viendo mermada por catástrofes, guerras y epidemias. Todo en cuestión de décadas. Ya llevamos cuatro, y el monstruo empieza a enseñar sus colmillos. El mal radical ha existido en el siglo XX y los ciudadanos, por ignorancia, complacencia, pereza y cobardía lo consintieron. Pero también hubo una resistencia que tuvo su efecto y de la que surgió la socialdemoracia de la que todavía somos beneficiarios (sanidad, educación, becas, pensiones, justicia, redistribución fiscal…), aunque cada vez menos. Insisto, la utopía es la neoliberal, pero vivimos bajo ese sueño. Una joven manifestante en París, el año pasado, sostenía una pancarta en una manifestación que lo dice todo “Queremos vivir como nuestros padres”. La regresión es ya un hecho dentro de la ideología del progreso. El que se sienta a mirar la historia es arrastrado por el ángel exterminador de la misma.

 

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            Antonio, muy bueno tu comentario, lo he leído después de poner el mío. Desde luego que las cosas en la historia de las ideas son de largo alcance. No hubiese habido ilustración sin cristianismo, ni derechos humanos sin un fray Bartolomé de las Casas. Pero la lucha ilustrada, curiosamente, fue contra la iglesia como institución de poder que utiliza el miedo y la superstición para esclavizar. El concepto de progreso no es ilustrado, lo que sucede es que la ilustración lo seculariza. El concepto de progreso viene del cristianismo-judaísmo y su visión de la historia. También en la mentalidad griego ocurre algo similar. Tenemos el mito de la caída, que, también se recoge en el génesis. Y que es la otra cara del progreso. La ilustración seculariza estos mitos y los convierte, desde la razón absoluta, la instrumental que llamaron los franfurtianos, en un instrumento de poder absoluto. Es lo que llamo la perversión de la razón ilustrada. Y, precisamente, el neoliberalismo, con su fin de la historia, muerte de las ideologías y pensamiento único, es la última utopía-distopía, basada en la idea del progreso. Por eso considero que la ilustración es un proyecto inacabado porque se pervirtió en sus orígenes. Y es verdad, precisamente lo interesante ahora, que además niega de plano la ideología neoliberal, es lo que está ocurriendo en oriente próximo y también en Latinoamérica y lo que puede ocurrir en Europa, en Grecia están en ello, como apuntas. La historia no ha terminado, ni se rige por leyes necesarias. Y los ciudadanos tenemos un papel en la misma, a veces incluso de forma directa y anárquica pero con capacidad de autoorganización. Luego la ciudadanía asume las ideas que ya habían sido creados décadas antes y que vienen del fondo de la historia y de las que eran inconsciente porque vivían en un sueño de apariencias. Y es el hambre, la miseria y el atentado contra la dignidad, lo que hace que la ciudadanía tome conciencia. Aquí Marx sigue teniendo razón.

 

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            Rafael, soy filósofo, y considero que la historia es contingente, no adivino o economista, que creen en el destino y las leyes universales de la historia. Lo que pasa es que a las personas les gustan las mentiras piadosas y acomodaticias...somos seres de creencias. Nunca podremos saber lo que nos ocurrirá en el futuro, ni el fin de nuestros días, pero nos gustaría saberlo. Toda la cultura es un intento de llenar este hueco, este sinsentido… Lo que si es cierto es que nuestra muerte y el fin de la humanidad serán hechos consumados algún día. Lo que me preguntas es, precisamente, lo que todas las utopías prometen…la planificación social del futuro. Es necesario desarraigar ese pensamiento de nuestra conciencia.

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