Eso es lo importante. Yo me siento un pesimista de la razón y un optimista del corazón, como decía Lukacs. Y no creo en un sentido de la historia, ni en determinismos económicos, ni biológicos, ni imperativos tecnológicos. Asi que hay espacio para la acción humana y, aunque todo pinte mal, hay esperanza (pero ni utópica ni idealista) en la construcción de un futuro mejor.
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